Alguna vez nos hemos cuestionado si, a fecha de hoy, sigue siendo válido leer a Dante Alighieri, Fabrice Hadjadj, Ortega y Gasset, José Jiménez Lozano o a los grandes como Aristóteles, Platón, Sócrates o al mismísimo Antonio de Nebrija ante el "efecto avestruz" que contemplamos hoy en Europa o en España. Cada día que pasa lo tengo más claro: los grandes libros son clásicos y ahí tienen a William Shakespeare o al grande de San Agustín. Un clásico nos habla de asuntos humanos universales, que nos "rugen" día a día. La falta de una educación liberal basada en la lectura de obras clásicas, hasta ahora, no nos ha desarrollado el hábito de la distancia, es decir, palpar las similitudes y diferencias de otras épocas o culturas con la nuestra que, nos permite valorar el presente y tomar decisiones de forma mejor y más razonada. Hoy por hoy, la mayoría que se nos desea hacer tragar no merece la pena. ¿Anticuados?
Desde la misma Unión Europea, desde el Congreso Español se nos dice, pero no argumentan desde la razón, sino desde la imposición que, las Humanidades están en crisis, las marginan "por sus narices", todo un verdadero producto de la ignorancia complaciente de quienes han diseñado las leyes estos últimos años, tanto Partido Popular, como el Socialista y restos aguados. Piensan que proponer tales tesoros que han enarbolada a España hoy es esfuerzo inadecuado, que no interesa. Ante ello, decir que no place ya que al hombre o mujer de a pie sea bueno que deje de ser borreguil, que no piense y reflexione por sí mismo.
Se suele "mal decir" que los que triunfan hoy son los que eligen los saberes más prácticos, mientras que los liberales o humanísticos están para los menos cualificados. ¡Dios nos libre! No estamos ante una dicotomía: los humanísticos son necesarios en la esfera pública, para todos: abogados, economistas, maestros, directores de empresas o ingenieros. Una sociedad que promueve y defiende que existan personas que cultiven tales saberes nos beneficia a todo quisque, pues contemplaremos trabajos tan dispares de posean espacios de reflexión y no estar amarrados a lo inmediato ni a lo pragmático.
Ustedes y yo podríamos ser muy cultos, pero no ser personas moralmente mejores. No es suficiente con ser personas o sociedades cultas para prevenir la posibilidad de hacer nuestros trabajos, de nuestra vida, en privado o público, allí donde estemos con falta de ética y moralidad, como sucede ahora en España, o incluso cometer pequeñas o grandes atrocidades: hoy por hoy tenemos abundantes ejemplos. Es la hora de hacernos responder a las cuestiones existenciales y, cómo no, si estamos al día de las grandes tradiciones respecto a la sabiduría y religiosas.
Estamos ante una verdadera guerra cultural y nos faltan debates al respecto donde todo cristiano y personas de bien puedan confrontar su manera de ver la vida con la cultura "berebere" dominante. Por ello es importante la formación, el estudio para poder explicar con salsa y buena locuacidad nuestra visión del mundo y nuestra propuesta hacia la sociedad.
Estamos ante un mundo burgués, sean o no cristianos, cuya mentalidad principal es la estabilidad, el quejarse y la seguridad económica, pero no esperes que den con un palo al agua y ello, por lo que tengo entendido, entra en colisión con el espíritu cristiano el cual posee un fuerte sentido de misión, de aventura, de riesgo.
Cristianos burgueses, Los que "a mi plin" no crean nada bueno, no crean cultura ni sociedad, sino que escondidos y disfrutando en su pequeño redil, de modo egoísta, ven pasar a diario los tormentos por donde vacila el mundo. Sin embargo, en mi humilde visión, un cristianismo bien vivido, un hombre sabio y coherente, necesita por su propia naturaleza consecuencias coherentes. Ello debe notarse y sin duda debe ser el camino por donde transitar.
Los que nos desean las Humanidades, los que no desean estudiar, leer u otros, para convencer desde la verdad no son cada día más libres, sino más ignorantes. Las Humanidades, como buen campanario que vigila a sus gentes hará de sus ciudadanos que el Humanismo Cristiano florezca y nos de el grato olor de la verdad argumentada y la relevancia del cristianismo en la sociedad que nos ha tocado vivir. Existen muchas personas de bien y no cristianas, pero con una sabiduría del sentido común que salta a la vista. Es nuestra hora. "Toda una vanagloria que merece ser atesorada".
MARIANO GALIÁN TUDELA