El agua: marcarse un farol

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El agua: marcarse un farol

Gracias a los virreyes de las distintas comunidades autónomas de España y a sus gobiernos, cuyos lazos de solidaridad para con sus ciudadanos, de un color y de otro, siguen dejando mucho que desear, estamos llegando a una grave sequía y, tal sequía, no culpen para nada a los pobres regantes, personas a las que hemos de agradecer más de lo que pensamos, no solo nos puede llevar a la ruina sino a un inframundo desconocido.

Dense una vuelta por el centro de Europa y "vean y contemplen" hasta dónde llega el margen de solidaridad de los distintos países en cuanto al agua. Así pensábamos y actuábamos antes de que llegasen los nuevos aires de libertad, de progresismo o de conservadurismo pringado. El individualismo que nos acecha a España es de tal envergadura y magnitud que a Franco lo vamos a sacar en procesión. A la marcha que llevamos, incluso el agua, no lo duden, se ponga en breve mucho más cara que los carburantes, todo ello si la hubiese. Ayer me hablaba un buen amigo que "demasiados incendios", que "demasiada sequía", que "demasiada pobreza" y otros muchos más temas. Que esto se iba pareciendo cada vez más a las "siete plagas de Egipto" y me dejó fuera de lugar.

Las reservas hídricas ya no bailan por soleares cuando están a mucho menos del 40%. El Guadalquivir, Guadiana y Segura han salido muchas veces de éstas, pero por lo que vemos "sálvese quien pueda". Con el deseo de no ser catastrofista y animar a que las buenas cabezas vayan poniendo sus células a funcionar o nos ponemos al asunto o en septiembre vamos a estar comiendo, como nuestros antepasados "pan y aceite", es un decir.

Mi buen amigo Alfonso Galdón, presidente de Valores, me consta que lleva todo el verano trabajando en ello y ultimando su tesis doctoral que espero sea un botón de muestra de lo que es capaz él y otros españoles ante la debacle de romper presas y otras necedades que ya no sabemos si vienen del gobierno español o de Europa. Lo que sí que sabemos es que hemos de ponernos las pilas y dejar de confiar en estos políticos dramaturgos de medio pelo que en vez de verlas venir, solo se dedican al "apafuegos".

Una vez más, los regantes no tienen la culpa de ello, no. Mientras que no nos tomemos los productos de primera necesidad, la propia naturaleza y la dignidad de las personas como algo innato al bien común aquí estamos de sobra, sobre todo, los diversos virreyes, auténticos espantapájaros de los estados plurinacionales de esta España que es revolcada cada día. A ver si tenemos suerte y toca la flauta. No es tan difícil ser normal a día de hoy, o…¿sí lo es? A ver quién se marca un farol.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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