Siguen estando entre nosotros las secuelas de la pandemia junto a la mal guerra de Ucrania que ya vamos viendo a quién se la debemos y, con ellos nos vino Piter Pan realizando todo tipo de formulaciones en cuanto a equilibrios geopolíticos, comerciales y económicos. Se habrán preguntado ustedes cómo y de qué manera, en esta crisis en la que estamos, a quién le está revirtiendo buena parte de pasta en sus bolsillos al igual que las mascarillas pandémicas y todos los ajuares que nos han acompañado.
El gran impacto de esta crisis, junto a las consecuencias humanitarias y mal hacer de los distintos gobiernos están siendo las tensiones inflacionistas que proceden sin duda de ciertos cuellos de botella en el mundo de los aprovisionamientos, sumando la sequia y subida dispar de los precios, materias primas y los tesoros del gas, petróleo y primos hermanos. Con tanta agenda 2030 y las nefastas leyes desde el Ministerio de Igual-Da nos hemos olvidado de lo principal, de lo que saca a un pueblo, a una nación adelante. Nos hemos olvidado una vez más de las personas. Si a todo ello, por la nefasta política en torno a la energía el pastel lo tenemos finalizado.
Desbocada por ahora, la inflación va devorando el poder adquisitivo de los ciudadanos y más aún, cuando estamos a las puertas de las fiestas navideñas. Venimos advirtiendo que España anda mal y el resto de Europa ni les contamos. La inflación en España está por debajo de la media de los países de la zona euro y, en el octubre pasado, nos enterábamos de que bailábamos en torno al 7´3%, mientras que Europa rondaba el 10% de inflación. Ello nos alegra en cuanto a la mejora de la competitividad para nuestras empresas, ya que los productos españoles, aún habiendo subido, están más baratos que los de sus socios europeos. Así pues , la inflación está "que se sale".
¿Qué podríamos realizar para estabilizar los precios? Cualquier ama de casa daría la respuesta correcta: controlar los gastos, invertir en energía de la buena, es decir nuclear, mejoras hacia el tejido empresarial y mimar de una vez por todas a las pymes. Es decir: elevar la productividad de todo hijo de vecino y estimular el empleo. Portugal de ello nos daría lecciones. Para más cosecha: fortalecer el músculo productivo y seguir trayendo a España nuestros talentos que en su día salieron por piernas de España.
La propia inflación, para los que poseen "memoria histórica" recordarán como fue la mecha principal por la que fue derrotado en las elecciones americanas Jimmy Carter frente a Reagan en 1980. Reagan, un simple artista de categoría, con el sentido común y nada más, ladeaba por completo a su opositor. La confianza de los ciudadanos americanos en las instituciones estaba por los suelos y sin embargo, Reagan, con la lógica que poseía, supo conectar con la sociedad la cual buscaba la grandeza perdida. Pero no les olviden que nuestro artista cineasta ganaría las elecciones por la dichosa inflación. No se nos vaya el santo al cielo ni por un momento que, un marco económico estable impulsa la creación de empresas, refuerza la competitividad nacional y aumenta las exportaciones.
Lo que ahora está en juego en España es una prosperidad inmediata y no las leyes ideológicas que nos manda día tras día el Desgobierno Español. Con la aplastante victoria de Reagan en 1980, los estadounidenses no mostraron solo su voluntad de cambio, sino también que habían comprendido que su enemigo era la inflación. Si a ello, en España, le damos un cierto tinte de honradez, verdad y moralidad desde las distintas posiciones políticas es seguro que los españoles votarían más y mejor.
Recuerden que sólo la más aguda miopía moral puede llevar a creer que sólo padecemos una crisis económica. La caída moral y ética del mundo político hace que salgan al aire toda esta lastra de incongruencias a las que estamos soportando cada uno de la manera que puede.
MARIANO GALIÁN TUDELA