El demócrata poncio

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El demócrata poncio

Si echan un vistazo al Nuevo Testamento, en San Juan capítulo XVIII encontraremos algo parecido a lo siguiente: "De la casa de Caifás, es conducido Jesús al pretorio, ante Poncio Pilatos, quien, al no ver culpa en Él, pretende que sea juzgado según la ley de los judíos". A partir de ese momento se inicia una breve conversación entre Jesús y el Delegado del Gobierno Romano. Allí, Cristo dice ser Rey, teniendo en cuenta que tal reino no es de este mundo, mas tarde declararía que había venido a este mundo para dar testimonio de vida y de verdad. No nos olvidemos de la tan sabida afirmación "Todo el que es de la verdad, escucha mi voz". El mismísimo gobernador preguntaría ¿Qué es la verdad? A continuación habla al pueblo, y se le entrega para que lo crucifiquen.

Como observamos, la tesis de que la democracia tiene su base en el relativismo moral viene de muchos kilómetros. Desde aquellos tiempos han ido reapareciendo todas las veces que la mente humana ha perdido el norte en nuestro mundo occidental, hoy día la tenemos de hecho en todo el mismísimo arco parlamentario español donde no se escapa ni el más pintao. Ha habido algunos sabiondos aprovechados que han llenado sus espacios , al igual que los de la Agenda 2030, los cuales han afirmado que en su esencia y valor de la democracia, a raíz del pasaje evangélico que "quizás se discute, refutarán los cristianos, los políticamente creyentes, que este ejemplo habla antes contra la democracia que a su favor". Se ha de dar por válido tal reproche; pero sólo bajo una condición si ustedes lo tienen a bien: que los creyentes estén tan seguros de su verdad política, que llegado el caso también debe imponerse con la fuerza de la sangre, como lo estaba de la suya el Hijo de Dios. Difícil es equivocarse de una manera tan descomunal.

Tal pasaje no nos habla de democracia , sino de la verdad. Los creyentes, al menos los cristianos, no andan seguros de su verdad política, sino de su verdad religiosa y moral. También se equivocarían "otros secuaces iluminados" al afirmar que el Sr. Pilatos, romano, estaba acostumbrado a ser muy demócrata, y que, por ello, pidió ayuda al pueblo. En ese momento histórico ni Roma era democracia, ni la apelación a los judíos era una consulta democrática. Lo que hace Pilatos es resguardarse en el relativismo moral para quitarse de encima problemas y dar rienda suelta a lo que allí se estaba tramando. Así, lo que condena a Jesús no es la democracia sino, más bien, el puñetero, con perdón, relativismo moral. Acaso esto mismo ya prueba que no se trata de lo mismo, ni de que uno sirva de fundamento a la otra. Por lo demás, los "iluminados de antes y de ahora, rojos, azules, verdes y morados" se refieren o referirían como a una persona de "cultura pasada de moda, agotada y por ello escéptica". El escepticismo es propio de culturas decadentes. También "la democracia aprecia por igual la voluntad política de todos, como también respeta por igual todo credo político, todo pensamiento político ( si te dejan hoy), cuya expresión es la voluntad política". No; la democracia no respeta por igual todas las opiniones políticas, porque ella misma es una opinión política junto a otros que ya conocemos, aunque a decir verdad, ,más conforme a la dignidad y libertad humanas.

En el fondo, la raíz del error, se encuentra en la pretensión de que la democracia se fundamente, sí, se fundamenta en el relativismo moral. Si fuese así, no poseería fundamento alguno. Si la democracia encarna y asume valores, aunque hoy día es difícil encontrarlos desde la UE, no puede fundamentarse en la no existencia de tales valores. Hegel, también hablaba de ello y del pasaje evangélico del que antes hemos hablado. Al cuestionar ¿qué es la verdad?, Pilatos lo hace como quien sabe a qué atenerse en dicho momento, como quien tiene claro no existe conocimiento alguno sobre la verdad. Y así, este abandono de la indagación sobre la verdad que en todo tiempo ha sido mirado como señal de un espíritu vulgar y estrecho, es hoy visto y admirado como el triunfo del talento humano.

Tiempos atrás, la impotencia de la razón iba de la mano del dolor y la tristeza y, más tarde, hoy, hemos visto la indiferencia moral religiosa, seguida de un modo de conocer superficial y vulgar, que se arroga el nombre del conocimiento explicativo, reconocer, de manera clara y sin emociones algunas, la impotencia de cifrar su orgullo en el olvido completo de los intereses más elevados del espíritu humano. Nada es más falso que esa idea que pretende que nada podemos saber de lo transcendental . La dignidad de toda persona radica en sentirse capaz de alcanzar las altas verdades. La esencia oculta del cosmos no posee fuerza que pueda resistir al amor a la verdad. Volvemos a preguntarnos ¿qué es la verdad? Algo que puede ser alcanzado por la razón humana, si acierta a liberarse de la pereza y el prejuicio. ¡Menuda cuestión para disertar en el Parlamento Español y en cada una de nuestras Asambleas Regionales!

Ni la democracia se fundamenta en los amigos del relativismo moral, ni puede ella por sí misma determinar lo que es verdadero o falso. No existe estupidez comparable a la pretensión de excluir de la democracia a quienes pretenden conocer la verdad. Como si la democracia fuese un procedimiento para establecer verdades en el que la condición de la admisión fuera el reconocimiento de carecer de la verdad. Si nada es verdadero o falso en el orden moral, entonces "ancha es Castilla", entonces no existe ninguna razón para oponerse, por ejemplo, a la condena de cualquier persona inocente, a la condena de la quema de bosques, a la condena de todo lo que optamos hoy por buena ciudadanía. Pero si la condena de esto o aquello es un mal absoluto, entonces, díganme, no es lícito condenar a una persona inocente. Estamos ante el escepticismo moral el que libera, engañosamente, la conciencia de Pilatos, y no de la democracia.

PARTIDO VALORES. SECRETARÍA NACIONAL DE FORMACIÓN, ESTUDIOS Y PROYECTOS.

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