“Ir a la batalla con la tristeza del día”

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“Ir a la batalla con la tristeza del día”

Se suele indicar que cada día, con sus alegrías y cada día con sus tristezas y sufrimientos y penas y angustias. Y, ese es el transcurrir de lo humano, todo ser humano… 

No podemos elevar lo triste y angustia y pena y sufrimiento, como la estrella más luciente y brillante del panorama humano. Pero, no podemos negar, que todas esas realidades forman y conforman parte de la humanidad, de todo individuo, de todo ente social, de toda familia, de toda vida. 

Posiblemente, nos enseñan y educan a/en muchas cosas y realidades, pero no nos enseñan a superar el sufrimiento y la pena y la angustia. O, al menos a sobrellevarlo, o, a buscar cauces, para que se minimice o reduzca o se alivie, o se cure, y, si no es posible, nada de todo ello, pues, no nos enseñan a cómo llevar un dolor grande y grave… 

El dolor-sufrimiento-pena-angustia-trauma-herida, puede tener muchas causas, puede ser de muchas clases, muchos fines o intereses, muchos temores, muchas realidades, que afecta a distintas personas. Es una geografía y un mapa, que apenas sabemos como conducirnos con él. Puedes haber superado en el pasado algunos, puede suceder, que del pasado te vengan sufrimientos y penas, que ahora han florecido de otra manera. O, los del pasado se unen e hibridan con los del presente… 

Se produce, demasiadas veces, la rueda del sufrimiento de Buda, una herida grave del pasado se une a otra nueva, o la del pasado propicia, causa en parte otra nueva. Y, ya tenemos dos, una del pasado y otra de ahora. Aunque cuando sucede, difícilmente, se entrevé la gravedad, en muchos casos, en otros, desde el principio, se percibe el enorme dolor que causa en el ser humano, que seguirá causando… El temor del dolor del presente, el temor que siga avanzando y creando nuevo dolor, a ti mismo, a personas cercanas, a personas descendientes… 

Aquello del bisabuelo ebrio, el abuelo jugador de cartas, el padre lujurioso y putero, el hijo con una pereza tan enorme, que no es capaz de levantarse del sillón, el nieto, de continuar así, quién sabe si caerá en otro error moral grave, en otro error espiritual grave, en otro error psicológico grave… O, todo junto, porque al final, todo dolor-sufrimiento-angustia-pena, es una suma, ante una realidad, de dolor físico y biológico, dolor psicológico, dolor moral, dolor espiritual, centrado en una cuestión, connotaciones, personas… 

La condición humana es tener pequeñas alegrías y pequeños dolores, medianas alegrías y medianos dolores, grandes alegrías y grandes dolores… Esta es la condición humana. Puede ser usted un alto individuo de una alta responsabilidad en un alto cargo y campo, puede ser usted una persona del pueblo, sin apenas responsabilidades, solo las laborales y familiares y, algunas modestas a nivel social. Da lo mismo sea usted niño o anciana, sea usted de una ideología o sea de otra, de una sociedad o cultura o religión o de un tiempo o de otro, de un color de piel o de otro… Sea usted lo que sea, hasta ahora, todos los seres humanos, pienso, que todos los seres vivientes, sufren, padecen sufrimientos y padecen alegrías… 

Pero hay días, semanas, que llegan a tu corazón o tus ojos o tu alma o tu carne, una o dos graves y grandes tristezas y sufrimientos y penas y angustias. Que surgen esos días, que mencionan esas campanas al aire, y, te llegan los vientos del dolor. Se pone en crisis todo, no puedes calcular como se desarrollará la situación o situaciones, no conoces todas las variables, no sabes como resolver las distintas ponderaciones, no eres capaz de convencer a la persona o personas que estén en ese cocido, para que tomen soluciones y resoluciones más racionales. Para que utilicen la racionalidad dentro del dolor, la pena y la angustia dentro del dolor. No sabes, las consecuencias del y para el futuro. Para las personas que están dentro de esa ensalada, adultas y no adultas… 

Solo sabes, que se necesita asesoría y consulta especializada y oficial, del saber ortodoxo oficial de tu sociedad, del saber lo más científico posible, de los órganos y entes de Salud, de tu sociedad, refrendados por los títulos académicos y la formación reglada y oficial, porque el dolor tiene que ser curado con la ciencia ortodoxa. Solo sabes ese camino, y, esperar que el Buen Dios, sostenga el camino de la curación del cuerpo y de la mente y del alma. Y, que, los de alrededor pongan cada uno, su trozo de madera para que el fuego continúe, el fuego del bien, y, no caigamos en el frío del desierto. ¡Pero querrán ser aconsejados con los especialistas, querrán hacerlo, por/para ellos y por/para los descendientes, para que la nueva generación no caiga en algún error grave…! ¡Paz y bien…!  

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