PUTO PUTIN, por Jesús Pons

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PUTO PUTIN, por Jesús Pons

¿Hay una naturaleza humana guerrera? ¿son evitables las guerras? ¿son un factor de progreso de la humanidad? ¿se puede ejercer la guerra de manera controlada? ¿es ésta susceptible de ser ejercida bajo la dirección de normas morales? ¿puede haber una guerra no cruel? Estas cuestiones y otras más pueden pensarse sin perjuicio de que la guerra deje de ser comprendida como lo que realmente es: una calamidad, al menos por lo que concierne a las consecuencias más inmediatas de sus acciones.

Vladimir Putin, el zar ruso, es un personaje megalómano, egocéntrico, cruel, y que va evolucionando hasta parecer la reencarnación de Adolfo Hitler. En apenas un mes, la invasión de Ucrania ha causado destrucción de ciudades, bombardeos de nucleares, muertes de civiles y un éxodo de más de cuatro millones de personas.

La acción del dictador recuerda mucho al comienzo de la II Guerra Mundial, cuando Hitler invadió Polonia, en septiembre de 1939, con la excusa de la necesidad de Alemania de tener más territorio vital. El ataque injustificado de Ucrania es una ambición de Putin, que añora la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, por lo que aquellas naciones que formaban parte del imperio comunista deberían estar atentos.

Esta guerra, como todas, no sirve para nada. Es el capricho de un dictador disfrazado de demócrata. Varias televisiones, periódicos y radios han sido cerrados. Faceboook y Twitter bloqueados. La amenaza de 15 años de cárcel para los que publiquen informaciones que el régimen considere falsas ha provocado otro éxodo de delegaciones de medios de comunicación extranjeros, entre ellos TVE, CNN y RAI entre otros.

Un edificio de Kiev destruido por las bombas

Putin ha agredido al pueblo ucraniano, pero también a sus propios compatriotas. Las empresas no pueden hacer operaciones financieras internacionales. Visa y Mastercard han dejado de operar. Inditex ha cerrado sus 506 tiendas y mandado al paro a 15.000 personas...

Esta es la guerra de Putin, no de los rusos, más de 15.000 ya detenidos por manifestarse contra el presidente, que ha sobreestimado el poder de sus fuerzas armadas, la mayoría chiquillos de 18 años que creían que iban a unas maniobras.

Conociendo ya que la OTAN no va a intervenir militarmente, en mi opinión solo caben dos opciones. La rendición de Ucrania, que tristemente podría ocurrir antes o despues, así lo asegura la inteligencia norteamericana, o una rebelión del pueblo ruso contra el tirano, como ya le ocurrió a Ceaucescu en Rumanía, Gadafi en Libia, Mussolini en Italia, y otros tantos que terminaron ejecutados.

China observa y calla. Tal vez pensando en Taiwan. Pero Putin debería ir guardándose las espaldas, como debió hacer Julio César.

Además, estamos observando elevados niveles de la violencia no asociada a conflictos armados clásicos. Por ejemplo, la violencia ejercida por bandas callejeras de delincuentes y traficantes se está recrudeciendo en algunos lugares, y ha alcanzado proporciones difíciles de ignorar; este tipo de violencia no afecta solo a una clase sociocultural determinada, aunque suele aparecer asociada a sectores marginados, y genera víctimas en ambos sexos. Estas otras situaciones de violencia también se encuentran habitualmente vinculadas a la actividad de las mafias de tráfico de personas.

La guerra es violencia y muerte. No hay nada positivo en ella. Ni nada ni nadie la puede justificar.

PUTO PUTIN. Espero que te caiga un misil en la cabeza. O dos. Yo soy ucraniano. ¿Y tu?

Jesús Pons Guillamón 

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