¿Jóvenes vulnerables?

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¿Jóvenes vulnerables?

Nuestros jóvenes atizados ya por dos crisis no sabemos hasta donde pueden aguantar y el panorama no tiene buena pinta. Ya llevan a sus espaldas doble crisis por falta de una: la del 2008 y la del coranovirus. Nos preocupa su situación y sería un grave error hablar de ellos como si fuesen incapaces de salir de este pozo oscuro, teniendo en cuenta que son capaces para demostrar y demostrarse que están dispuestos a todo.

Según estadísticas del Banco de España están recibiendo salarios más bajos que sus padres cuando tenían la misma edad, tema que se ha ido agravando con el tiempo. Si a ello le sumamos las posibilidades de empleo de los menos cualificados crece la hierba amarga. La pandemia ha hecho estragos en aquellos sectores en los que en los últimos años, uno de cada tres, con suerte, han encontrado un "pobre empleo" y es que, las cosas que las generaciones anteriores daban por sentadas: hogar, trabajo, asentarse y formar una familia, son más difíciles de alcanzar. Se encuentran mucho más tarde y…si se encuentran.

Tenemos claro que los trabajadores más jóvenes son más "vulnerables" que los que poseen más experiencia ya que , en la medida en que la falta de antigüedad hace que sus despidos salgan más baratos. Que vayan a ser golpeados no significa que estén a merced de un destino que escapa de su control. Ante la imagen que transmiten noticias como que éstos son vulnerables a la depresión por el coronavirus, ansiosos, sin interés ni esperanza, sin fuerza para llevar una vida autónoma, contrastan con el mundo de la solidaridad donde jóvenes hacen la compra a sus mayores, dan clases particulares en el confinamiento, participan en voluntariados, Banco de Alimentos, trabajan en el campo con un título en Químicas, a la espera de un empleo más acorde con su cualificación. ¡ Hay que tener narices y espíritu de lucha para hacer lo que muchos de ellos lo han hecho suyo! ¡ Hay que tenerlas!

Frente a los discursos que solicitan al Estado Español que ayuden a nuestros jóvenes, ya he oído a más de uno el "destacar el empuje de quienes se han lanzado en esta crisis a asistir a otros que lo necesitaban más", recordando que "el deseable apoyo a los jóvenes en condiciones precarias no es incompatible con pedirles que arrimen el hombro". Recuerdo que no hace mucho, la prensa internacional sacaba a relucir el Cuerpo Civil de Conservación, creado en 1933 por el Presidente Franklin Roosevelt para sumar a jóvenes desempleados a la reconstrucción de los Estados Unidos tras la Gran Depresión. Este ejército de trabajadores ayudó, a cambio de un estipendio, comida, ropa y refugio, a plantar millones de árboles por todo el país, construir cientos de parques naturales, senderos, áreas recreativas, etc. Y de paso, "forjó la gran generación que habría de derrotar al fascismo y levantar la economía ,más potente del mundo". En los nueve años que el programa estuvo en vigor, participaron 3,4 millones de jóvenes que se negaron a ser recordados como la "generación perdida", expresión que los medios han recuperado estos días. Ahora que casi 8 millones de trabajadores menores de 30 años están desempleados, lo mismo ando bastante equivocado, ¿ por qué no repetir tal experiencia?

Claramente hemos de tener en cuenta que en vez del asistencialismo con los jóvenes, posiblemente hemos de abogar por invitarles a la primera línea de la reconstrucción: ¿Qué supondría para la futura cohesión social de España si buena parte de la nueva generación tuviera una experiencia común de sacrificio compartido?. También, ¿ha prosperado alguna nación que no haya fomentado en cada nueva generación los hábitos de trabajo, el gusto por la aventura, el sentido del deber y la llamada a ser útiles a los vecinos y al mundo que se nos ponga por delante?

Tras estos años de pandemia, falta de trabajo y tantos otros muros que se encuentran los jóvenes, no se extrañen que un buen número de jóvenes, chicos y chicas, se inscribiesen en esta aventura. También, más de uno nos podría echar en cara que estamos en otros tiempos o tenemos arena en el cerebro. De todo hay. Lo que sí es bueno y cierto es que ellos mismos sientan que son capaces de hacer algo serio en vez de estar viendo pasar los días y aquí, el mundo de la salud mental tendría mucho que decir.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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