La huelga del transporte

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La huelga del transporte

Lo cierto es que hace dos días que fui a una tienda a comprar algo tan simple como una botella de agua y cogí la última. Ayer mismo fui a comprar algo de líquidos para vapear y tuve que recorrer dos estancos para conseguir el penúltimo y hoy he ido al -Día- a comprar y no había a penas especias...Ni siquiera laurel...Hasta ha subido treinta centimos la paca de serrín para mi mascota.

El hecho de que casi todo haya subido de precio en Melilla se lo he comentado por messenger a algunos viejos amigos murcianos con quienes mantengo contacto casi a diario, y me dicen que están prácticamente en la misma situación que en Melilla, por lo que he de suponer que el problema no atañe solo a esta ciudad, sino a casi todo el territorio nacional.

Desde mi perspectiva, y visto lo visto, las demandas que están haciendo los empresarios del transporte de mercancías son justas. Es evidente que no es igual viajar por placer que llevar un cargamento de productos de primera necesidad del lugar donde se producen a donde se consumen. El Estado no puede imponer los mismos impuestos a quienes trabajan que a quienes gozan a voluntad y a capricho.

La subida del combustible provoca que los productos en las tiendas y supermercados se eleven hasta el punto que el incremento del salario mínimo interprofesional, si esto sigue así, se convierta en “agua de borraja”, De esta manera, lo que la Izquierda política vende como un logro social, no sea otra cosa que un desastre para los bolsillos de los menos pudientes, a quienes se supone que deben ser atendidos preferentemente.

Una exención de impuestos en los carburantes para los empresarios que trabajan en el transporte y también la exención “total” del pago de peajes de autovías es una norma “urgente” debe de tomar el gobierno de la Nación porque de no ser así, las empresas productoras tampoco podrán vender sus productos a los consumidores y entonces sí que vamos a entrar en una crisis modélica.

Por otra parte, tampoco podemos dejar en manos de los corredores comerciales privados las ganancias tan voluminosas que están obteniendo, mientras que quienes trabajan la tierra, arriesgan capital en manos de la esperanza tienen que vender sus productos a menos precio de lo que les cuesta producirlos, simplemente para no perderlo todo. Seamos del signo político que seamos, esto es descabelladamente injusto. Mi solución sería que todos los intermediarios trabajasen como gestores de una agencia nacional de gestión comercial… Que sea el Estado quien haga de intermediario entre productor y vendedor y quien ahora trabaja por libre, lo haga para el Estado; estamos en el Gobierno de las oposiciones… Las cosas, se mire por donde se mire, no pueden seguir así.

No obstante, en lo que concierne al coste de la producción en sí misma, si no se quiere que exista un “mientras tanto” entre la producción energética del gas y la energía fotovoltaica, estableciendo un cómputo de diez años de adaptación con energía nuclear, lo mínimo que se puede hacer es establecer relaciones bilaterales con el país que más nos quiere y aprecia del planeta en el que vivimos...Sí, aunque parezca mentira, desde la época de Carlos I hasta nuestros días es “Irán” y no Argelia. Las relaciones bilaterales de interés energético con este país  del Golfo Pérsico darían una tranquilidad a los inversores extranjeros y españoles, según mi parecer, vital para la recuperación económica que necesitamos. Y vital también para la vuelta de nuestras empresas a España  ubicadas actualmente en China... Veo la reubicación industrial como algo esencial para nuestra economía; realmente no necesitamos tanto dinero de Europa.

Desde mi perspectiva, no se trata de solucionar un problema por separado, sino de mantener un equilibrio sustancial entre todo lo que conlleva el comercio interno y externo y las productividad nacional.

En mi humilde opinión, la globalización de la economía está bien. Gracias a ella podemos generar productos bajo muestras patentes con los mejores componentes que nos pueden ofrecer países diferentes, tanto en calidad como en precio, pero todo tiene que tener una coherencia y satisfacer las necesidades reales de nuestra sociedad, la española...No puede o no debe de ser de otra manera.

Francisco E. Fernández

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