Me da qué pensar cuando escucho y leo la búsqueda del hijo a la carta que lleva a algunas familias a "charlar" con médicos y la posible selección de embriones con menos riesgo de enfermar. Ya de pensarlo me pone de aquella manera. Aún recuerdo cuando se iniciaba la fecundación "in vitro", donde se justificaba a bombo y platillo para evitar el riesgo de transmitir posibles enfermedades genéticas incurables. Más tarde llegaría un creciente número de parejas donde andaban recurriendo a la misma criba de embriones para detectar una cierta predisposición a enfermedades que se las traen, cuando hay precedentes de familiares que marcharon al otro barrio por cánceres con mayúsculas.
Los cánceres hereditarios, tras hablar con un buen médico de tal materia, me comentaba que no era un destino inevitable. Puede existir una cierta predisposición, pero no se asegura que vaya a desarrollarse, más aún, a menudo son enfermedades tratables. Miedo me da y escucho la división genética de clases: personas pudientes previniéndose contra sus genes defectuosos y las poblaciones pobres que siguen sometidas, día tras día, a la tradicional lotería genética.
En tales casos, ese afán de seguridad opino va unido a una especie de brujería, superstición "científica" según la cual nuestro destino está escrito y marcado a fuego en nuestros propios genes. Los defensores de tales prácticas aseguraban que se trata de evitar enfermedades mortales y no de crear "bebés de diseño". Pero, como se ha comprobado en el mundo del aborto, la intolerancia hacia la enfermedad y la discapacidad crece a medida que las técnicas de criba mejoran.
No hace mucho he podido leer la historia de dos gemelas idénticas de noventa y tantos años, con los mismos genes, criadas en la misma familia, viviendo siempre en el mismo lugar. Ambas llegaron a viejas, pero de distinta manera. Una, con buena salud, vive sola y trabaja a tiempo parcial, conduce su coche, hace sus compras y visita a sus vecinos. Todo un primor de señora. En cambio, su hermana, lleva una prótesis de cadera, tolera a cuestas una enfermedad degenerativa que ya le ha dejado ciega, posee incontinencia y demencia senil. Por lo que he hablado y leído da la impresión que los genes no serían tan importantes para determinar cuánto se vivirá y si una persona sufrirá esta o aquella enfermedad. Les cuento algo con cierta gracia que ha caído en mis manos y todo es posible: gemelos idénticos han muerto con diez años de diferencia. Ello quiere decir que la baraja de la que hablamos tiene tongo.
Tras la escucha de buenos facultativos he llegado a entender que algunas enfermedades, como posibles apariciones tempranas del alzheimer o ciertas cardiopatías, están más relacionadas con el historial familiar que otras, pero de hecho, la mayoría del personal no padece la afección a la que está predispuesta. Más aún, sufrir la enfermedad no conlleva que tal persona vaya a fallecer de ella.
Ustedes y yo podríamos hacer generalizaciones de todo tipo, como el de un obeso fumador corre más riesgo que un delgado que no fuma. Pero, a nivel individual, no hay nada seguro. Se nos da bastante bien predecir en el ámbito del grupo, pero somos unos "desgraciaos" a nivel individual. Ello es una lástima, porque, si usted no es epidemiológico, lo que le interesa es lo que le va a pasar a él.
Lo que si vislumbramos con certidumbre es que la longevidad viene determinada por una mezcla de factores tan compleja que fijarse solo en la herencia genética es bastante engañoso. Son muchas las veces que puede existir una mutación aleatoria de un gen, un accidente, un tipo de nutrición, un estilo de vida, y el mero azar que eche por tierra lo que cabría esperar de la dotación genética. Quizás es este el gravamen que la naturaleza impone sobre la herencia genética, para redistribuir las cartas en cada generación.
Hablando estos días con mi amigo Antonio, el lotero, ya cercano al 22 de Diciembre, día de "lo importante es la salud", tras no haberte comido una rosca de los premios loteros de la Navidad, llegábamos a la misma cuestión: "todo va alrededor del azar", como la lotería genética.
En breve celebraremos a nivel internacional diversas loterías a cuál de ellas con más tesón y glamour : Lotería de Navidad, El Nacimiento del Niño Dios en Belén, Santos Inocentes, y la gran figura de Tomás Becket.
La lotería genética, nuestra Lotería auspiciada a nivel internacional, la gran figura de Becket y otras más de tal nivel nos llevan a considerar, ahora que va finalizando el año lo de no juguetear con el ser humano, que en esta vida estamos de prestado por un tiempo y que hemos de dejar una buena siembra como la ha hecho Tomás Becket y otros. Si encima tenemos la dicha que nos toque un trocito de pastel de la lotería española pues… fenomenal. Pero una vez más, por los caminos que andamos, el cuidado del ser humano, de nuestra familia y dejar buena siembra para los que vengan detrás de nosotros ¡eso si es una buena lotería para el hoy y para el mañana!
Otro día, si es posible, hablaremos del oro, incienso y mirra de esta vida. También se las trae.
¡Felices Navidades!