Materias primas en halloween

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Materias primas en halloween

El mundo moderno y posmoderno nos ha traído otras realidades similares a Halloween. Empezamos a echar de menos todo aquello que nuestros antepasados nos han dejado como auténticos tesoros y, con el tiempo los hemos ignorado e incluso desechados: maneras de ver la vida, tradiciones y cultura, sencillos artilugios caseros ante diferentes estados del organismo , etc. No hay como echar de menos aquello que en su momento lo tuvimos y no le dimos la importancia que poseía. Ahora, en pleno siglo XXI, las materias primas están a la misma altura de todo lo expuesto anteriormente. Lo que la propia naturaleza nos ha dejado para el disfrute y aprovecharnos de ellas, con buena capacidad hacia su buena utilización las echamos de menos y corremos como galgos buscando la perla que en un buen día nos negamos a mirarla. Los propios Estados, de aquella manera, nos animaban tanto al mundo sostenible que ya no nos sostenemos ni nosotros mismos.

La mismísima UE, en septiembre de 2020, definía las materias primas como fundamentales pues entrañaban una economía crucial. Acababan de despertar. Mucho antes, daba la impresión que la demanda de estos recursos naturales frenarían en las próximas décadas mientras que los balcones de las renovables europeas iniciaban tiempo atrás su floración de manera silenciosa pero auspiciadas por los nuevos idealistas posmodernos . Las materias primas, de una u otra manera, siguían estando ahí para ayudarnos a salir adelante habiéndolas obviado por andar de "halloween", olvidándonos de su importancia para salir como cohetes desde nuestras cuevas retorcidas impregnadas de un ecologismo mas que subido de tono.

De la noche a la mañana, tras comprobar realidades, los equivocados mandamases dan un vuelco descomunal aduciendo que : el objetivo de Europa de abastecerse de materias primas para fabricar paneles o baterías y otras, tenía que despertar el interés de la industria, pero una creciente oposición ciudadana amaestrada desde hace algunos años por grupos idealistas más que de cuidado clamaban descomunalmente por la cantinela aprendida ya desde años. A partir de ¡ya!, ahora, se andan buscando como "oro molio" tales materias primas, las cuales no les habíamos hecho caso, minerales que prometían una economía sostenible y digital. El litio, magnesio, vanadio, grafito, tenían que volver a recordarnos que seguían allÍ: esperándonos. Otros muchos más, tan importantes como los anteriores, andaban durmiendo en el sueño de los dioses griegos y, así, nos ha ido hasta que se les ha echado de menos.

España es uno de los países europeos con mayor potencial en el contexto de materias primas minerales. El panorama en el que nos situamos es realmente impactante. La Ley de Minas de 1973, a fecha de hoy, no es para descuartizarla, decía no hace mucho D. Vicente Gutiérrez, presidente de Confedem y Secretario General de Primigea. Comentaba: " Poner en marcha un proyecto de revisión de esa ley, creando un tronco común para todas las CCAA y facilitando, ese acceso a los recursos mediante la inserción de algún tipo de criterio en los planes urbanísticos, coordinados con los estudios de impacto ambiental debería ser una realidad". Claramente, desde el sentido común armonizar los intereses de la sociedad civil con la industria extractiva, en todas sus fases, desde la exploración hasta la metalurgia, pasando por la extración y la permanente rehabilitación, tanto local como compensatoria, podría llegar a buen puerto. Andamos implicados en una transición energética para intentar reducir el calentamiento global y es imprescindible que la sociedad civil haga suyo también este esfuerzo de llegar poder a entender. No podemos ir por la vida en plataformas de "NO a la mina" frente al consumo de teléfonos móviles, ordenadores o televisores, terminando con aerogeneradores, placas solares y coches eléctricos sin tener conciencia de dónde sale ese material para su realización.

La importancia económica de las industrias de las materias primas minerales españolas queda de manifiesto por ser proveedora de numerosos sectores industriales situados aguas abajo y que son claves para la economía de España: metalurgia y siderurgia, industrias químicas, energía, cemento y cales, cerámica y hormigón, ladrillos y vidrios, construcción y alimentación, medio ambiente, etc. El Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre la " Minería no energética en Europa" nos viene a recordar que el 7% de la industria europea depende directa o indirectamente de las actividades extractivas. ¿Qué se está realizando hasta ahora en España? ¿Haremos lo mismo que con las Centrales Nucleares: comprando a Francia energía que las tienen a un tiro de España y no deseamos ponerlas en nuestro territorio pues no es políticamente correcto? ¿Andamos en Halloween o vivimos de cara al sentido común?

Serían cientos los puestos de trabajo que generarían tales actividades y nuestros bolsillos estarían más tranquilos. A vista de pájaro observamos que en zona norte tenemos: cobre, zinc, plomo, oro, plata y carbón todo el que quieras, zona occidental: de Zamora a Badajoz: litio, vanadio, estaño, wolframio, níquel, germanio, uranio. Zona oriental: potasas. Otras zonas, reservas minerales industriales como caolines, rocas ornamentales, industriales y arcillas. Las reservas de áridos a lo largo de toda nuestra geografía. ¿Qué hacemos con ello? ¿Cúando empezamos de veras?

Tenemos razón para decir que la humanidad debe reducir sus impactos en el medio ambiente para dejar más espacio a la naturaleza; pero ladeamos otro: que las sociedades humanas deben integrarse en la naturaleza para evitar el hundimiento económico y ecológico. Ya no se puede conciliar esos dos ideales. Renunciar al segundo sin abandonar el primero exige calentamiento de mollera. A ver si con el cambio de hora nos espabilamos y surge en nosotros una euforía de saber que tenemos tales productos y deseamos sacarlos a los mercados nacionales e internacionales. 

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