La criatura tuvo un origen radiante, extraño, fantasmagórico. Fue bautizada Podemos evocando el eco poderoso de aquel estribillo delirante, fantasmal: “sí se puede”. Su tono era demasiado global, gregario, para no caer en un mar de dudas sangrantes. Las primeras elecciones generales celebradas a finales de dos mil quince, Podemos se presentó coaligado con otras tres confluencias y obtuvieron sesenta y nueve diputados. En mil dieciséis, ya con el nombre de Unidos-Podemos con Izquierda Unida y las consecuentes confluencias, obtuvieron setenta y un diputados, pero un millón menos de votos. En abril de dos mil diecinueve, bajo el nombre de Unidas-Podemos y toda la recua, obtuvieron cuarenta y dos parlamentarios. Asimismo, en diciembre del mismo año, con la misma denominación, treinta y cinco. ¿Influyó “Unidas”, vocablo, en la decadencia o fueron más significativas las estupideces de algún líder estratosférico? Vete a saber.
Definir fantasma podría colocarnos en la pista acertada para comprender a este grupo variopinto y orquestado —semejante al hombre orquesta— que le permite ser oposición de su propio gobierno. Me recuerda a aquellos viejos trotamundos de mi infancia (generalmente húngaros) cuya máxima era “más difícil todavía”. Las diferentes opciones aclaran fundamento, adalides y realidad. Así, la segunda afirma: “Visión quimérica como la que se da en los sueños o en las figuraciones de la imaginación”. La quinta: “Persona envanecida o presuntuosa”. La séptima: “Aquello que es inexistente o falso”. Es curioso cómo una misma voz describe con gran fidelidad personas y términos, porque al final nada se ajusta a molde alguno salvo la mentira que lo hace vistiendo múltiples caretas que engañan únicamente a quien quiere dejarse trastear.
Unidas Podemos es un melindre, una quimera sabrosa, tocada paradójicamente de extremismo trasnochado, totalitario, baldío por estos lares que conocen a fondo sus “recetas”. Escohotado advierte las razones del desengaño: “La información consolida el divorcio entre intocables cultivadores de la objetividad y retóricos del camelo”. Él, durante años inmerso en la vanguardia intelectual comunista, sabe de qué habla cuando ofrece ciertos detalles significativos. Preciso aclarar que información difiere de catequesis adoctrinadora desarrollada por el periodismo pancista. Heterodoxo, transversal, durante su memorable nacimiento e infancia, a poco fue absorbido por desordenados apetitos personales amén de un comunismo purgador, implacable, con quien se atreviera a oponer ideas o actitudes contrarias al precepto —más bien culto— oficial.
Aún existe gente predispuesta a ver peligro potencial en Unidas Podemos, pese a su evidente declive. Incluso constatada la atávica negligencia del español, posee (quizás como particularidad compensatoria) especial clarividencia, un sexto sentido discriminatorio. Nadie como él es capaz de separar paja y grano, sin lucubración previa, cuando la circunstancia lo requiere. Cierto que aplaza paciente e ingenuamente su análisis para cambiar de alternativa política por ineficaz que se muestre el partido favorito. Las elecciones alemanas han permitido, tras cuatro legislaturas de Merkel, que la socialdemocracia —casi desaparecida en Europa— recupere viejas ilusiones. Sin embargo, el marxismo extremo está proscrito y casi extinguido al menos donde nunca llegó la influencia soviética; es decir, áreas libres de dominio estatista. ¡Ay! esta España.
Festejar cien años del PCE, donde se dieron cita líderes consagrados de Unidas Podemos y ex-dirigentes en aparente retirada, constituye la prueba incontestable del comunismo (o sea, totalitarismo) que practica UP. Tanto que han votado NO a que la OTAN proteja Ceuta y Melilla con el argumento de que no podrían atracar en ellas barcos militares rusos. En otras palabras; para ellos Rusia tiene prioridad sobre España. Al parecer también la tienen Cataluña, País Vasco y Bildu. Advertidas estas premisas, ¿qué objetivos persiguen cuando se presentan a unas elecciones generales? Y lo que es peor, ¿cómo pueden recibir votos de personas ajenas a tales inclinaciones? Porque no debemos olvidar —la Historia es testigo irrefutable y atemporal— que el comunismo implanta una doctrina incompleta (nunca llegó a consolidar la plena libertad, constreñida por un capitalismo “alienante”, quedándose solo en la preliminar “dictadura del proletariado”), falaz e histriónica.
A Podemos, con sus continuas variantes semánticas, lo fundaron (al decir) un grupo de “intelectuales” y actores el doce y trece de enero de dos mil catorce. Destacan Juan Carlos Monedero, Alberto San Juan, Jaime Pastor, Santiago Alba Rico, entro otros de parecida peculiaridad y prestigio. No estaban Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa… ni tampoco fue fruto del 15-M ocurrido en dos mil once (tres años antes). Ya empezó con falsos cimientos y, sobre ellos, se construyó el tinglado mediático posteriormente visto en su faz tremendista, ostentosa, obscena. Este partido, nunca mejor dicho, sacraliza credo y púlpito compartiendo método o estrategia con su antípoda ficticia, Iglesia. Ambos tienen el dogma como guía, como pitanza espiritual e ideológica. Confía que la toma del poder sea pacífica, si no… ya veremos. Tal vacilación admite hoy un onirismo mentecato.
No cabe ninguna duda: Iglesias no dejaba dormir a Sánchez, tampoco a inversores indígenas y foráneos, menos a Europa. Por eso lo echaron del gobierno, pero sigue en primera línea del activismo político. Sus declaraciones postreras, referidas a la situación general, insultan al ciudadano lúcido y potencian su afición —ya conocida— al sarcasmo. Dijo en la fiesta del PCE: “Estamos ante un retroceso de la democracia”. Legítimo, cierto, afirmado incluso hasta por un socialista (no confundir con sanchista vacuo, extremo), pero Inaceptable si lo observa un comunista antitético. Yolanda Díaz, candidata oficiosa a presidir el conglomerado pedigrí, quiere atraerse lo que huela a izquierda jaranera, pero veta a Errejón y Teresa Rodríguez, discrepantes distinguidos de Iglesias. ¿Tendremos en escena otro Cid Campeador que muerto ganó una última batalla?
Ahora mismo veo a Unidas Podemos abrazado forzosamente, casi oprimido por un impulso místico. “Contigo no puedo vivir y sin ti muero” parece el alivio amoroso, pasional, de alguien esclavo a una efusión imprecisa. La relación gubernamental sanchista-podemita destapa continuas discrepancias porque quieren, a la vez, contentar sin previa avenencia a una feligresía adversaria, litigante. UP, sin embargo, no puede desligarse de Sánchez porque forzaría su propio sepelio. Todavía hoy, al calor vivificante del BOE, no se deshace por completo. Deduzco que tiene el tiempo contado. Si cuando llegue la próxima convocatoria electoral sigue en el gobierno, Sánchez lo absorberá; si no, el votante le reclamará una deuda difícil de satisfacer. Segundas partes (ofertas, halagos, en fin, palabrería) nunca fueron buenas, reza un dicho popular; en política, menos.
Manuel Olmeda Carrasco