Cuando los temas polémicos como este se tratan desde las cifras y las generalizaciones provocan un sin fin de opiniones en las que personas motivadas por el miedo a los cambios, el desconocimiento de la realidad o la inducción de grupos de opinión hacen juicios livianos y muchas veces violentos.
Si a esos “Emigrantes” le ponemos nombre, rostro y conocemos su historia quizá podamos empatizar con esas realidades y darnos cuenta que muchas veces no se elige el lugar del mundo donde, por distintas razones, algunos deben reiniciar su vida.
Yo, hijo de obrero, uno de esos obreros que tuvieron que salir a buscarse la vida por esos mundos de dios, de esos españolitos que desde Alemania lo único que les llegaba de España eran los goles del Madrid en la copa de Europa y la canción del emigrante de Juanito Valderrama; pues bien, hijo de ese obrero yo he podido ir Otra vez a Alemania , como tantos otros, somos ejemplo de la evolución de España, tanto en lo político, en lo económico como en lo social. Tanto se evolucionó que en las décadas de los noventa y dos mil pasamos de ser un país de emigrantes a serlo de inmigrantes, miles de personas que venían a nuestras tierras a buscar las oportunidades que les eran vedadas en las suyas.
Hoy, avanzado ya el año 2020 es notorio que la historia, que es como una noria, se repite, y hombres y mujeres de España vuelven a necesitar salir a otros países para encontrar un futuro laboral mínimamente digno. Miles de personas vuelven a cruzar los pirineos. Esta vez no se va con maletas atadas a cuerdas, los que van no son, como mi padre, analfabetos. Ahora se van jóvenes de los que llamamos sobradamente preparados, ingenieros, médicos…los cuales se van a los mismos países a los que se fueron sus padres y abuelos hace 50 años. Afortunadamente, como digo, gracias a la evolución de nuestra democracia y las políticas de bienestar que hemos disfrutado,
La crisis económica de 2008 nos puso contra el espejo de nuestros déficits como sociedad y este año, cuando parecía que comenzábamos a dejar atrás esos malos años, la pandemia nos mete en otra crisis, aún en ciernes pero que ya nos deja algunos titulares a considerar para avanzar: la sanidad, la investigación, la tecnología, la industria y la formación son indispensables para nuestra propia supervivencia. El Estado, que para eso es nuestro común denominador tiene que hacer esfuerzos para que esos sectores, algunos totalmente desmantelados, sean objetivos inexcusables de futuro. Mientras, tristemente, un nuevo mazazo para nuestros jóvenes que nuevamente se tendrán que ir porque aquí no se les ofrece nada de nada. Un Estado invirtiendo en los últimos 30 años en formar de manera excelente a nuestros jóvenes para después echarlos a otros países para que ellos rentabilicen esas capacidades. Inaudito. Esperamos, una vez más que la experiencia de tiempos pasados pero recientes nos haga pasar de la reflexión a los hechos.
El hecho de emigrar no es para cualquiera, constituye todo un desafío en donde uno debe poner en la balanza muchas cosas, entre ellas la familia, los amigos, el trabajo, la seguridad, etc. Pero además no solo hay que pensar en las cosas que se dejan sino las que uno debe estar dispuesto a aceptar, porque uno se encuentra con nuevas leyes, costumbre, formas de pensar que pueden gustarnos o no pero se las debe admitir para poder adaptarse y ser parte de la sociedad.
En resumen, migrar implica vencer tabúes, superar miedos, sortear obstáculos, ser flexibles, estar informados, interesarse, mezclarse, pero sin perder lo que uno es y sus raíces. El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad en disfrutar lo que se obtiene.
Con la pandemia por COVID-19 hay una nueva forma de emigrantes: los varados. Los inmigrantes venimos de todas partes del mundo. Nuestras historias son únicas y al mismo tiempo ¡tan comunes, repetidas, ¡las mismas!
El valor de las historias
“De no ser por el periodismo, nos sentiríamos olvidados o borrados del mapa. El periodismo que hacen tiene mucho valor, porque son nuestra voz a pesar de los riesgos que corren”, comentaron los emigrantes que encontraron en este medio un espacio para dar sus testimonios y verse reflejados en otras historias de españoles que han cruzado las fronteras de retorno a sus lugares de origen a causa del desempleo en tiempos de pandemia.
Las crónicas sobre los migrantes que han entrado o salido del país durante la cuarentena, la experiencia de una mujer que vivió 46 días en cuatro escuelas y un hotel acondicionados para recibir migrantes en Apure, así como la cobertura de protestas por el colapso de servicios básicos en Alemania son algunas de las historias de con las cuales se han sentido identificados.
José Antonio Arzoz Martínez ayudó a la familia de José Mateos Mariscal cuando acudió al país alemán en busca de trabajo.
El sacerdote navarro José Antonio Arzoz Martínez ejercía en Alemania ayudó a muchas familias.
Jose Mateos Mariscal. Un español en Alemania