El libro El idealismo de la filosofía griega de Myles F. Burnyeat es una interesante obra que analiza un buen número de cuestiones fundamentales del pensamiento de Platón desde un enfoque novedoso. Burnyeat es un gran especialista en el pensamiento antiguo griego y romano. Ha sido discípulo del profesor Bernard Williams. Es profesor emérito de la Universidad de Cambridge.
El idealismo platónico se fundamenta en su teoría de las ideas que son eternas, perfectas e inmutables pero no se pensaba en la antigüedad que no existiera el mundo externo o el cuerpo.
En cambio, con Descartes surge una nueva concepción de lo mental. La substancia pensante de los hombres no necesitaría una base corpórea para reflexionar y conocer.
Frente al materialismo que puede ser caracterizado como monista, ya que únicamente admite lo empírico o material como la absoluta realidad de las cosas o de lo fenoménico, en cambio, el idealismo no niega la existencia del mundo sensible y afirma la realidad del mundo de las ideas. Es un dualismo ontológico que se combina con el antropológico de alma y cuerpo.
Se puede afirmar que toda percepción es conocimiento y viceversa. La cosa percibida y el sujeto que percibe forman parte de todo proceso de conocimiento. Los ámbitos de la mente y la materia son dos para Platón. La interpretación de la materia para un pensador como Plotino es negativa, ya que considera que es el no ser y es, por tanto, privación o mal.
Como escribe Burnyeat respecto a Platón "una forma no podría subsistir en lugar alguno salvo en las almas y, de esa manera, cada forma sería una y no sufriría la dañina reduplicación que provocaba el argumento del tercer hombre". En definitiva, se puede decir que se nota un claro realismo en la filosofía platónica, en el sentido de que tiene en cuenta la correspondencia relativa entre la apariencia y la auténtica realidad del mundo inteligible.
Las cosas participan de las formas o pensamientos, según el maestro de Aristóteles. Ciertamente, los filósofos de la antigüedad no llegaron a pensar que no existe la realidad, aunque sea simplemente como apariencia.
El racionalismo de Descartes es un idealismo metafísico absoluto, ya que afirma que lo mental tiene existencia propia independientemente del mundo externo o cósico.
Es también un subjetivismo, ya que con el alma el ser humano queda separado del resto del universo y de la naturaleza. El sujeto se ensimisma y por deducción llega a conocer la realidad, Dios, etcétera. Para este filósofo francés el conocimiento de la propia mente es seguro y cierto y se puede estar equivocado respecto al saber de lo exterior. Lo subjetivo es indudable en el cartesianismo.
Incluso desde esta perspectiva epistemológica se podría dudar de la existencia de otras mentes pensantes desde un planteamiento puramente especulativo siguiendo la reflexión de Descartes. Los filósofos antiguos no pensaron que el mundo externo es una proyección o manifestación de la propia mente.
Incuestionablemente, en el mundo antiguo se pensaba, si realmente se podía conocer de forma verdadera la realidad externa. Y la existencia del mundo externo ha sido objeto a lo largo de la Historia de la Filosofía de toda clase de especulaciones, teorías y reflexiones.
La filosofía moderna surge con Descartes. Y con el idealismo alemán de finales del siglo XVIII y primer tercio del XIX se consolida la idea de que la mente o la conciencia determinan la materia o el mundo frente a la concepción marxista y materialista que afirma que la materia determina la conciencia o el pensamiento humano.
Considero que con los avances y desarrollos de las ciencias se puede decir que el materialismo es esencial para el entendimiento de la realidad y del ser del mundo. También es cierto que existen dimensiones de la vida humana y de lo real que superan o trascienden lo conocido que nos pueden sumir en la perplejidad de lo desconocido o misterioso.
Los límites del conocimiento existen y no se pueden obviar, pero la investigación de la filosofía y de la ciencia sigue sin detenerse ante nada. El progreso del saber se apoya también en una actitud ecléctica que hace posible la superación de nuevo retos cognitivos.
El idealismo platónico, con ciertos aspectos de realismo en su entendimiento de la función de lo empírico en el conocimiento, es una poderosa corriente filosófica que ha servido para el desarrollo de numerosas cuestiones filosóficas que son fundamentales, tanto en el pasado como en la actualidad, por muchas razones y Aristóteles con su realismo también.