Los presupuestos ascienden a 315 millones de euros y volvemos a darnos cuenta que, están dirigidos a seguir manteniendo a los de siempre.

Las empresas municipales les salen caras a la ciudad, perjudicando al ciudadano ya que no recibe un servicio de primera calidad.

Los comerciantes ceutíes pierden dinero debido a la mala gestión de la ciudad al no fomentar Ceuta como destino turístico. No se puede culpar continuamente al modo en que se dirige la frontera, echando balones fuera y no aportando soluciones que resuelvan el problema.

Seguimos supeditados al dinero que el Gobierno central nos envíe porque la ciudad no genera un tejido económico por sí sola como antaño, cuando existían las fábricas de harina, conservas, cerveza o café entre otras.

Otro grave problema es el índice de desempleo existente entre jóvenes y mayores de 45 años, consiguiendo que sean cada vez más las personas que, salen a la búsqueda de un empleo a la península. 

Escuchando a los jóvenes, es llamativo que todos coincidan en la falta de zonas de ocio. Teniendo en cuenta que Ceuta tiene aproximadamente 85.000 habitantes, resulta extraño que no haya lugares donde la juventud pueda acudir a divertirse.

En cuanto al tema medioambiental, nuestra ciudad se encuentra a la cola a nivel nacional porque no se está cumpliendo con la directiva europea. Parece ser que esta temática no es primordial para la ciudad, ya que la forma de reciclar las basuras generadas no es la idónea. 

Los vehículos abandonados, considerados como residuos sólidos, son tóxicos y peligrosos y forman parte del paisaje, no teniendo una zona donde acumularlos o tratar este material, por lo que encontrarse con ellos es bastante usual y parece estar bastante normalizado en la ciudad.

José Antonio Carbonell