En una ocasión que estaba de viaje por Viena, en el albergue juvenil estaban un alemán, una francesa, y por supuesto, yo, un español, concretamente, de Murcia. Nos encontrábamos jugando al uno, mientras intercalamos preguntas entre nosotros.
—¿Álvaro, cómo es tu país?— me preguntó el germano a la vez que añadió —Uno.
Yo pensé bien la respuesta, fijate la dificultad de describir a un país tan diverso. Solo pude responderle —Complicado.
En tanto que la francesa hacía su jugada, tuve que terminar desarrollando la respuesta con un poco de historia contemporánea, economía y política. Puesto que son los temas que domino.
—Es un poco mierda, tal como me lo estas contando— fue la traducción de lo que me dijo. Usó el término shit, por si queréis saberlo.
Me quedé de piedra, no porque me pareciese un insulto, sino porque estaba acostumbrado a escucharlo de mis compatriotas, y no de otros. Así que en los breves segundos antes de contestar, hice una introspección en mis pensamientos:
Somos de los países con mayor tasa de paro y precariedad laboral. Eso a pesar de que tengamos a la juventud más preparada de la historia, y que nuestro futuro como jóvenes tienda al funcionariado o a la emigración si queremos escapar del mileurismo. Campeones también en la percepción de la corrupción en Europa, y en el podium mundial, reyes en la dureza del rostro de nuestros representantes.
Sin contar que el sistema de pensiones está quebrado y sin futuro. Igual que los pequeños empresarios aplastados por la apisonadora fiscal del Estado. Ni voy a comentar cómo se agravaron estos problemas a partir de marzo del Año trágico.
Y quien se debería encargar de solucionar estos problemas, están más ocupados jugando a ser Frank Underwood, repartiéndose jueces y colocando sus piezas en el tablero político de España. O aún teniendo amplias mayorías y capacidad de sobra para solucionar estos problemas, empeore aún más el problema.
Lo más horrible es que es nuestra culpa, culpa nuestra por perpetuar el gran problema del país: Las Dos Españas. Enfrentadas desde mediados del siglo XIX. ¿Y que han conseguido? Miseria, retraso y un largo etcétera.
Volví a mirar al alemán, y le conteste a la par que saque un +4 de la baraja. —Si, España es una mierda, pero es nuestra mierda.
Álvaro Soria Sánchez
