Era la segunda intentona, del entonces aspirante a la presidencia del Gobierno, de pregonar en Los Alcázares las extraordinarias propuestas de su partido de cara a las elecciones del 10N.
La primera vez, dejó plantados en la playa del Espejo a prensa, simpatizantes, curiosos y socialistas con cargo o pendientes de conseguirlo. Problemas mecánicos en el Falcon, que debía traerlo hasta el nuevo aeropuerto de Corvera, al que no quiere llamar Juan de la Cierva porque dice que era un tipo muy franquista, impidieron su llegada a tierras murcianas.
La segunda, siete días después, el Falcon se portó bien y arrancó a la primera, como cuando le llevó al Festival de Benicasim a ver a The Killers.
En esta ocasión hubo cambio de ubicación y el séquito socialista se trasladó hasta la playa Manzanares, junto al balneario de la Encarnación, donde la seguridad del presidente en funciones llevaba toda la mañana merodeando por la zona. También, efectivos armados de la Guardia Civil tomaban posesión de terrazas aledañas.
Allí, Pedro Sánchez, consiguió agrupar a mucha más gente que la semana anterior. Las primeras filas estaban ocupadas por las caras conocidas del PSOE murciano. Detrás, la media de edad empezaba a subir considerablemente al mismo tiempo que la temperatura. Prueba de ello fue que, a muchos de los congregados, hubo que ubicarlos dentro de la terraza cubierta del balneario. A pesar de ser noviembre el sol apretaba con fuerza desde lo alto de un cielo despejado y azul.
Abrió el turno de intervenciones el alcalde de Los Alcázares, Mario Pérez. El pobre, que es de allí y sabe que meses atrás el gobierno no había dejado caer ni un céntimo, basó su intervención en la defensa del Mar Menor junto a las asociaciones vecinales, porque decir delante de sus jefes que buscarían ir de la mano con el Gobierno regional, que es lo más lógico y efectivo, era muy osado.
Luego le siguió Diego Conesa, el "Vito Corleone" de los socialistas murcianos. Temido por su fusta castigadora, implacable y despiadado con los que "se tuercen". Que se lo digan a Ana Belén Castejón, que por no querer cuentas con un maleducado, machista, violento, y haber pactado con el PP para que semejante personaje no fuera alcalde de Cartagena, fue arrojada al cautiverio de la expulsión de un partido por el que, quizás, ella haya dado más que él.
Vino, el señor Conesa, a decir algo así como que los agricultores estaban siendo engañados por el Partido Popular. ¡Claro! No como hacen ellos con el trasvase Tajo-Segura. De todos es sabido que cada vez que gobierna el PSOE, los agricultores dependientes de esta infraestructura duermen con absoluta tranquilidad.
Pero no conforme con eso, terminó su intervención hablando de "otra manera de hacer las cosas". Seguramente es lo que pretendió hacer con su multa de tráfico o con la del concejal de I.U., asuntos por los que Don Limpio está siendo investigado en un juzgado.
El colofón a tal espectáculo lo puso Pedro Sánchez. Las caras sonrientes del respetable elenco de simpatizantes acomodados correctamente en sus sillas, hacía presagiar la rendición a los pies del Lindo Don Diego, que se vanaglorió de ser nieto de murciano ante el apoteósico aplauso de sus entregados incondicionales.
Tiró de "catecismo" y habló de parar a la derecha, de xenofobia, de machismo y sacó a Franco a pasear- ¡no puede ser! -.
¿Y del Mar Menor? Ah, sí. Del Mal Menor dijo que, si le dábamos nuestro apoyo, "convertiría a la laguna en un ejemplo de prosperidad en la Región". ¡Claro que sí, Pedro!
Los ensordecedores aplausos del fin de fiesta se solapaban con el himno socialista, que sonaba a todo trapo para, después, nuestro ínclito presidente fundirse en fuertes abrazos e incalculables besos entre la multitud.
Lo que son las cosas. La perspectiva del tiempo convierte a ese mitin en algo histórico, una prueba irrefutable que define a la perfección quién es nuestro presidente y qué valor tiene su palabra. Hoy en día, el Gobierno no sólo no ha apostado por regenerar la laguna, si no que ha derogado otros asuntos para Murcia tan importantes como la regeneración de la bahía de Portmán. Vergonzoso cuanto menos.
Ha volcado todos sus esfuerzos en contentar a las comunidades autónomas que sustentan su gobierno y ha hecho caso omiso a los problemas de otras que, históricamente, no le votan.
Estos días vemos con gran tristeza, aunque no nos sorprenda, cómo el PSOE murciano se esfuerza en aparentar que el Gobierno de España ha hecho lo que tenía que hacer y ha volcado todas sus críticas hacia el Partido Popular de la Región de Murcia.
Sin embargo, y ante la dejadez del Gobierno, el Gobierno regional de López Miras ha comenzado a ocuparse de competencias que no son suyas, como la retirada de lodos y fangos de las playas de Los Nietos y Los Urrutias, cuyos proyectos ya han empezado a ser redactados. Todo ello gestionado desde el Foro de Coordinación Interadministrativa del Mar Menor, al que acuden los alcaldes ribereños y al que no acuden, porque no les da la gana, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, la Confederación Hidrográfica del Segura y la Demarcación de Costas del Estado.
A eso hay que sumarle, que la Región de Murcia ya remitió al Ministerio de Transición Ecológica el plan de Vertidos Cero, pero no se ha obtenido respuesta alguna y ya va para dos años. Juzguen ustedes mismos.
Ante tal desolador panorama, no le ha quedado más remedio al Gobierno Regional que emprender acciones legales contra el Gobierno, que hasta el momento lo único que ha hecho ha sido dar instrucciones a los suyos para reclamar las competencias al Partido Popular, cuando el ochenta por ciento de esas competencias son del Estado que, hasta hoy, se ha gastado cero euros, ha realizado cero actuaciones y ha cumplido cero compromisos con respecto al Mar Menor.
Aquel mitin de Pedro Sánchez fue una burda puesta en escena, un paripé a pocos días de las elecciones para intentar arañar votos en la región. Y lo más grave es que todos, incluso ellos, lo sabían.