En dos meses mi Cofradía del Cristo de la Providencia y María Santísima de la Súplica saldrá por primera vez por las calles de Murcia. Todo un alegrón para la ciudad en ver tallas tan majestuosas y personas dispuestas a seguir estas tradiciones tan de nuestra tierra. Aunque soy un simple cofrade, tengo claro que no salimos por desear ser reclamos turísticos ni nada por el estilo como ustedes comprenderán. Centrar un análisis de las Hermandades sólo en las procesiones, en actos de culto exterior y público es bastante reductivo en lo que se desea hacer. La altura de miras es mucho más elevada y así lo sueño contando los días que faltan. Para los que han estudiado Historia del Arte e Historia de la Iglesia me da que se espera mucho más de ella si se estudia la misma historia de las Cofradías, al igual que el significado de las cristaleras de una Iglesia o Catedral y otros motivos que han llevado a evangelizar a la ciudadanía a lo largo de los años.
Hablando hace pocos días con un entendido en la materia me dejaba claro que el propósito de las Cofradías siempre ha sido colaborar en la misión de la Iglesia, que se concreta en dar gloria a Dios, en sus cultos; que Cristo reine, santificando nuestras ciudades; edificar la Iglesia, evangelizando. Ante tales respuestas, la verdad, nos lleva a más de uno a pensar realmente donde andamos. Pensando en tales argumentaciones he llegado a pensar que los buenos internistas saben que lo primero en hacer debe ser identificar los síntomas del paciente, establecer un diagnóstico y dar a conocer el tratamiento adecuado. Más aún, el Papa Francisco, al respecto, sobre ello comentaría "Es importante no quedarse en lo anecdótico; atacar las causas, no lo síntomas. Ser conscientes de la propia identidad para dialogar en modo propositivo". Y así, pensando, es como deberían proceder las Cofradías en su afán de mejorar la sociedad, que hoy presenta síntomas de una enfermedad que puede poner en peligro nuestra libertad. Hemos de identificar los síntomas, establecer el diagnóstico e iniciar el tratamiento.
Como ven, una Cofradía es mucho más de lo que observamos por la calle. Los síntomas que a mi parecer se denotan podrían ir por la cultura de la cancelación, lo políticamente correcto y otras, donde se dirigen hacia nuevos marcos mentales de interpretación de la realidad. Se habrán dado cuenta que las tendencias o propuestas culturales muchas veces pasan al ámbito político y de ahí al legislativo llegando al ciclo de la enfermedad, el diagnóstico: el relativismo, que no reconoce nada como absoluto y deja al yo y sus caprichos como última medida, impidiendo así la posibilidad de delimitar unos valores comunes sobre los que construir la convivencia. Una vez diagnosticada vamos al tratamiento.
Tratamiento, que debería estar contenido en la misión de las Hermandades. La búsqueda del BIEN, de la VERDAD y de la BELLEZA, bien llevados, reflexionados y hechos vida es una auténtica maravilla y explosividad natural ante la demagogia y el empobrecimiento cultural y espiritual de nuestra sociedad. Así nos situamos ante los valiosos cofrades, personas libres, obrando cada uno bajo su personal responsabilidad. Esta Cofradía, no lo dudo, al igual que el resto, facilitan una formación para que cada uno viva esa libertad que sostiene en la fortaleza, en la Fe, seguridad en la Esperanza y constancia en la Caridad. Llegamos al punto que una Cofradía, así, no es un espectáculo. Un crucificado por la calle es un gran pregón de amor y libertad .Cuando en el Calvario le gritaban si eres Hijo de Dios baja de la Cruz, Cristo demostraría con creces su libertad precisamente permaneciendo en aquel patíbulo para cumplir a fondo la voluntad misericordiosa del Padre. La verdad que, pensando y haciendo pensar toda esta excelente trama es motivo más que suficiente para saber qué pinta más de uno en una cofradía y hacia dónde desea llegar. Algo rompedor a lo que observamos en este destartalado mundo.
Creo que ya tenemos los mimbres suficientes para analizar el objetivo de las Cofradías, que no son un vestigio del pasado sino que resultan esenciales para recuperar hoy en pleno 2023, nuestra sociedad. Supongo que Murcia, una vez más se alegrará y que nuestros paisanos murcianos, al vernos, no lo dudemos, pensarán que esta Cofradía viene pisando fuerte pues luchan por vivir lo que esas excelsas tallas nos hablan en su recorrido y nos tocan cabeza y corazón.
Bienvenida esta nueva Cofradía a la Ciudad de Murcia.
MARIANO GALIÁN TUDELA