Ante la aparición en los últimos meses de numerosas publicaciones que relacionan la COVID-19 y el riesgo de trombos, miembros de la Sociedad Española de Cardiología, entre los que se encuentran dos investigadores de la Universidad de Murcia (UMU), han preparado un documento de consenso con pautas sencillas para el tratamiento con fármacos antitrombóticos.
Este proyecto parte con el objetivo de ofrecer toda la información disponible hasta el momento para abordar el riesgo trombótico, la coagulopatía y el tratamiento anticoagulante de pacientes con COVID-19 o afectados por la situación. Además, da una serie de recomendaciones prácticas aplicables a todos los hospitales.
El profesor Francisco Marín, del grupo de Cardiología Clínica y Experimental de la UMU y el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB), ha coordinado la redacción de este artículo que pretende dar recomendaciones sencillas para el manejo de los pacientes tanto ingresados como ambulantes respecto al tratamiento antitrombótico.
El SARS-CoV-2 es capaz de producir un estado inflamatorio que condiciona un alto riesgo trombótico debido a que provoca un fenómeno inflamatorio y una activación de las plaquetas. Pese a que todavía no hay datos factibles, se prevé que al menos un 20% de los pacientes con COVID-19 pueden presentarlo, siendo mayor en los pacientes más graves. Para evitar estas complicaciones, en la primera parte del artículo, se dan pautas parar prevenir los fenómenos trombóticos y en caso de producirse como deben ser tratados.
Tanto durante la hospitalización como tras el alta, se puede desarrollar una trombosis venosa profunda la cual se puede acompañar de un tromboembolismo pulmonar, según el trombo se localice en la pierna o en el pulmón. Este cuadro, especialmente cuando afecta al pulmón puede agravar el estado clínico del paciente e incluso ser mortal.
En el caso de que el paciente tomara tratamiento anticoagulante antes de ingresar, recomiendan valorar detenidamente la gravedad del paciente para proceder al cambio de tratamiento de anticoagulantes de manera oral a heparina de bajo peso molecular (HBPM), la cual se administra de forma subcutánea y no interfiere con los tratamientos adyuvantes que se usan para el tratamiento del COVID-19
"El desarrollo de enfermedades con complicaciones trombóticas no es de ahora, los pacientes ingresados por distintas patologías agudas como la neumonía tienen mayor riesgo frente a este tipo de síntomas", recuerda el investigador.
Pacientes sin COVID-19
También ha participado en este documento de posicionamiento la profesora Vanessa Roldán Schilling, del grupo de Hematología y Oncología Clínico Experimental de la UMU y el IMIB. En su caso ha aportado la experiencia en el manejo ambulatorio de pacientes anticoagulados. Vanessa Roldán advierte del problema en pacientes con problemas previos de coagulación y que, pese a no presentar síntomas de coronavirus, han dejado de acudir a sus centros de salud para sus tratamientos periódicos durante el confinamiento.
Ante estos casos, se ha recomendado crear en los centros de salud circuitos rápidos para este tipo de pacientes durante el pico de la pandemia, usar anticoagulantes orales de acción directa y en pacientes muy estables revisiones de 6-8 semanas. Aunque recuerda que cada alteración trombótica es diferente y que necesita un tratamiento y una medicación diferente. Por ello, su principal recomendación es que se deben implementar estrategias para mantener la eficacia y la seguridad de los fármacos anticoagulantes.
"Aproximadamente un millón de personas en España toman tratamiento anticoagulante. Por ello, es importante dictar medidas seguras sobre todo ante el riesgo de la COVID-19", recomienda Roldán.
Ante un posible rebrote, la experta recomienda potenciar la comunicación telemática entre paciente y médico, mantener a los pacientes que comenzaron con tratamientos anticoagulantes durante el estado de alarma, aunque no cumplan estrictamente los criterios.