Un reciente estudio bioquímico del Centro Regional de Hemodonación y del Hospital Universitario Morales Meseguer, publicado en la revista Journal of Biological Chemistry, ha descubierto una región de la antitrombina, proteína fundamental en la coagulación de la sangre, que aparentemente no estaba relacionada con su funcionalidad y, que en realidad, es esencial para que trabaje correctamente.
El artículo de la investigación, liderada por la investigadora Irene Martínez Martínez, del grupo de Hematología y Oncología Clínico experimental de la Universidad de Murcia (UMU), indica que al conocer cómo funciona la antitrombina se pueden desarrollar mejores tratamientos, no sólo para la deficiencia de antitrombina, sino para otros desórdenes de la coagulación. Por tanto, esta línea de investigación, además de los posibles beneficios directos que podría aportar en forma de nuevos fármacos, abre un nuevo horizonte a nivel clínico.
La coagulación de la sangre es esencial tras una lesión "básicamente porque evita que muramos desangrados", comenta Martínez. Sin embargo, si no se bloquea el proceso y se restablece la normalidad sanguínea puede ser contraproducente. Precisamente es la antitrombina la encargada de desactivar las enzimas de la coagulación y restaurar el equilibrio, pero una deficiencia de la proteína puede llevar a la trombosis.
La trombosis puede tener un final letal para el ser humano "porque cuando la región que está alrededor de un coágulo deja de recibir oxígeno y nutrientes queda isquémica y muere", apunta la investigadora. Las regiones más afectadas por esta patología suelen ser el cerebro, el pulmón o el hígado.
"El poder estudiar a los pacientes afectados nos ha llevado a las conclusiones de este artículo. […] Quizá no tenemos que ser tan racionales; hay veces que la naturaleza nos llega a sorprender porque no nos podemos imaginar las consecuencias de algunas mutaciones", reconoce Irene Martínez Martínez.
Gracias a las mutaciones de algunos enfermos con deficiencia de antitrombina se ha podido estudiar de esta forma la proteína y llegar a estas conclusiones. La deficiencia de antitrombina es hereditaria y no es común: la prevalencia varía de 1 en 500 a 1 en 5000 habitantes, pero es peligrosa. No es algo detectable de forma sencilla y tiene mayor índice de aparición cuanta más edad tenemos. De hecho, "si algún paciente da síntomas, se realiza un estudio familiar para determinar de dónde viene el problema", añade.
La antitrombina no solo regula la coagulación. Otras investigaciones realizadas por Irene Martínez, siempre dedicada a la caracterización de la deficiencia de la antitrombina, han demostrado que tiene un papel antitumoral, capaz de controlar a otras proteínas que se desregulan en el cáncer: "Empiezan a funcionar de forma descontrolada y hemos visto que la antitrombina es capaz de controlar algunas de ellas. Hemos hecho estudio en ratones que controlan la metástasis tumoral", señala.
Se sabía ya que la antitrombina ejercía un papel en la inflamación, en el control de la angiogénesis (proceso fisiológico que consiste en la formación de vasos sanguíneos), como antiviral y ahora el grupo está investigando esa vertiente antitumoral.
"El editor de la revista ha seleccionado nuestro artículo como uno de sus Top semanales. Esta selección se hace en base a la decisión de editores asociados, del equipo editorial y de otros revisores. Solo 50 artículos de entre más de 6600 son seleccionados al año", indica Martínez. La forma en la que se ha elegido el artículo para la aparición en la revista sugiere la importancia y relevancia del estudio. El proyecto ha sido financiado por el Instituto de Salud Carlos III, por FEDER y por la Fundación Séneca.