La pedanía de Guadalupe rindió esta mañana homenaje a título póstumo al escultor Francisco Liza, Hijo Predilecto de Murcia, con el descubrimiento de un busto y una placa conmemorativa y la inauguración de una exposición en su honor.
El alcalde José Ballesta se refirió a Liza (Guadalupe, 1929) como un “hombre de profundas y arraigadas convicciones, hijo de una familia tradicionalmente huertana, seguidor de la escuela de Salzillo y formado junto al maestro Sánchez Lozano”.
El acto, que contó con la presencia del escultor y sobrino del homenajeado, Antonio Castaño Liza, comenzó con el descubrimiento de una placa conmemorativa en la fachada de la casa donde el maestro tenía su taller.
Seguidamente, en el Jardín del Centro Cultural de la pedanía, se descubrió un busto del artista, tras lo cual se procedió a visitar la exposición dedicada a este “murciano impregnado de excelencia que con apenas 12 años ya andaba por las acequias recogiendo barro y modelando figuritas que luego exponía en el bar de su abuelo”, apuntó el alcalde.
Posteriormente, el auditorio Maestro Romero acogió el acto oficial en el que intervinieron, además del alcalde y el sobrino de Liza, el presidente de la Junta Municipal de Guadalupe, el Cronista Oficial de la pedanía y el pintor Zacarías Cerezo.
La sensibilidad de la Huerta materializada en un centenar de obras
Durante su intervención, José Ballesta señaló que “especialmente el pueblo que le vio nacer, Guadalupe, pero también La Arboleja, La Albatalía y los carriles de la huerta representan el inicial microcosmos del que nunca quiso separase de este escultor de profundas convicciones e hijo de una familia huertana”.
Seguidor de la escuela de Salzillo y formado junto al maestro Sánchez Lozano, su obra destaca por su delicada sensibilidad artística, caracterizada una fecundidad que se materializó en un centenar de creaciones, entre grandes tallas y otros trabajos, que se encuentra repartida en varios países del mundo.
En Italia -en el santuario de la Madre Esperanza- y Argentina se conservan imágenes de la Virgen de la Fuensanta. Y en el Vaticano una talla de un Niño Jesús, que el escultor entregó personalmente al Papa Juan Pablo II. Sin contar otras piezas en Alicante, Barcelona, Almería o Albacete.
Son testigos de su aportación a la Semana Santa murciana la María Magdalena, encargo de la Cofradía de la Esperanza, estrenada en 1983. Y sus últimas obras: un San Miguel que desfila el Domingo de Resurrección desde Santa Eulalia, y el paso 'Dejad que los niños se acerquen a mí', también para la Esperanza.