Han pasado casi año y medio de legislatura y me da la sensación que las cosas no han cambiado demasiado. Año y medio en un ayuntamiento son cortos y son largos. Son muchas las vivencias, los comentarios, las reuniones que acontecen durante ese tiempo. Pero, sobre todo año y medio es más que suficiente para darse uno cuenta de por qué pasan las cosas que pasan en nuestros ayuntamientos sin que los vecinos digan esta boca es mía.
Uno que ha tenido ocasión de hablar y explicar frecuentemente a sus convecinos cómo se enfocaban, cómo se encaraban los temas, quién o quiénes y por qué motivos toman unas determinadas decisiones, debo reconocer que hoy estoy más convencido de, que hace año y medio, lo que nos sobra es miedo.
Miedo a poner mi nombre y mi firma para reclamar algo que creemos que es justo e incluso algo que nos pertenece sencillamente porque los alcaldes de turno y quienes les apoyan cuando se gastan los dineros en actuaciones, obras, etc., a veces más que sospechosas y sin consultar a los vecinos que hipotecan a generaciones futuras y se gastan el dinero de todos.
Hay miedo a poner una firma y a dar nuestra opinión, ¿miedo a........?
Ese miedo nos lleva a guardar silencio constantemente, excepto cuando nos acercamos a la chita callando al concejal con el que tenemos confianza y que sabemos nos va a dar todas las explicaciones y le preguntamos cómo ha ido tal o cual tema e incluso, nos atrevemos a darle nuestra opinión. Esto es hoy más preocupante que ayer si cabe. Y es más preocupante porque uno comienza a vislumbrar una especie de pasotismo en la ciudadanía, en los vecinos, de desafección de la política que llaman, y en definitiva de despreocupación por cuanto acontece en la vida municipal de nuestros pueblos por parte de quienes deberían ser el motor y el empuje para que las cosas cambien por poseer la fuerza de la juventud, por tener intereses importantes en juego, porque en parte en ello les va su futuro, etc.
Y por otra parte está claro que cuando alguien o algunos no toman las riendas de su casa, de su pueblo, otros de fuera vendrán (en nuestro caso ya hace tiempo que vinieron y todavía no se han ido) y tomarán esas riendas y para cuando nos descuidemos habrán cambiado la dirección de los jamelgos hacia donde a ellos les interesa.
Esto entiendo es particularmente preocupante con unas elecciones municipales a menos de tres años vista. Uno hasta llega a entender o por lo menos a explicarse esta postura de un poco pasotas cuando hablamos de la política nacional, e incluso cuando nos referimos a la política regional, pero cuando lo que nos jugamos es lo que ocurre o puede ocurrir en nuestras propias narices, sencillamente me preocupa.
Yo a menudo suelo cabrearme para mis adentros cuando veo como se manipula informativamente al personal en ese tiempo de elecciones con más virulencia si cabe que en tiempo normal, que ya es decir. Es cierto que la política de este país con la corrupción diaria y la cara dura de los políticos, el funcionamiento de la justicia, los recortes, etc. nos ha empujado a "pasar del rollo”, pero no podemos ceder.
Si cedemos estamos muertos socialmente y en cuanto nos descuidemos estamos condenados a comenzar a conquistar lo que quienes nos precedieron conquistaron para nosotros con sudores y luchas no precisamente placenteras. En cuanto nos descuidemos, si no reaccionamos, estamos condenados a repetir la historia de nuestros pueblos con todas sus miserias pasadas incluidas.
No podemos admitir que quienes están pringaos hasta las cachas de corrupción, eres, obscurantismos, etc. etc. nos pretendan dar lecciones de honestidad y nos traten como si fuésemos personas que no recuerdan nada de lo que nos han hecho, nos están haciendo y nos van a seguir haciendo si les dejamos.
A veces a uno le da la sensación que nos tratan como si fuésemos personas afectadas por alguna de esas terribles enfermedades que perturban la mente y la memoria de los mortales. Yo personalmente no me olvido de cuantas actuaciones de quienes nos gobiernan en los distintos ámbitos han tenido contrarias a la democracia, a la honestidad, a los pensionistas, a los enfermos, a los estudiantes, etc. etc. con sus recortes, poniendo trabas informativas en todo momento y viviendo en la ciénaga del obscurantismo.
Tal vez poco más que negarles nuestro voto es su momento podemos hacer desde nuestros pueblos, es cierto, a los políticos de "alta alcurnia".
Sin embargo en mi pueblo, en mi municipio sí que puedo hacer muchas más cosas y sobre todo lo que podemos y debemos hacer es perder el miedo, dejar de guardar silencio y huir del pasotismo como de la peste.
Si es cierto que el obscurantismo y la corrupción para la democracia son como la carcoma para la madera, es decir, que en cuanto nos descuidamos ya no existe, no es menos cierto, desde nuestro punto de vista, que el pasotismo en nuestros pueblos nos puede estar llevando al abismo de la contra-actividad municipal y como consecuencia ineludible a hacer de ellos, de nuestros pueblos, lugares donde vivir nuestros descendientes lo vean como un castigo.
Es necesario y urgente vencer el miedo, hablar y decir lo que pensamos, lo que opinamos y, sobre todo, es ineludible huir del pasotismo como de la peste.
Pese a todo ese miedo, tengo la esperanza que mis convecinos despierten y conozcan el poder que tienen en su palabra, en su opinión y que jamás los callen.