Desde Huerta Viva creen que el problema del abandono de tierras es principalmente la falta de rentabilidad más que el relevo generacional. Es inviable llevar una producción agrícola cuando los gastos superan las ganancias, y eso es algo de lo que se quejan los huertanos. Los precios en el mercado nada tienen que ver con lo que se les paga a los agricultores, y este problema aumenta si hablamos de los minifundios que caracterizan a la huerta de Murcia.
Para resolver esto es fundamental apoyar el mercado de cercanía, evitando en todo lo posible los intermediarios. Y esto es relativamente fácil ya que la huerta de Murcia se encuentra junto a una gran ciudad con numerosa población. Se trata más bien de hacer una buena gestión a través de una cooperativa, que puede tener apoyo municipal, y que garantice una buena distribución de los productos con un precio justo para los agricultores. A esto se podría sumar que los productos de la Huerta suministren los comedores de colegios y hospitales públicos, de manera que cultivar una pequeña tierra sea rentable.
También resulta necesaria la revisión del Plan General Urbano para que no continúe siendo una amenaza. Debería de ser un Plan General realista, integrador y respetuoso con su entorno rural, que tenga como prioridad la conservación de la Huerta como espacio agrícola, ambiental y cultural imprescindible para la calidad de vida de la ciudad, y como garantía de la soberanía alimentaria de la población.
Para Huerta Viva tampoco es comprensible que muchas tierras estén pagando un IBI urbano, ya que supone un lastre más para que sean productivas. Se trata de un impuesto injusto que tiene un claro objetivo recaudador y que obedece a un Plan General sobredimensionado que se fraguó a la sombra del boom urbanístico y la especulación. La Administración debería de trabajar para premiar a las personas que mantienen la actividad agrícola, ya que con su labor aportan unos claros beneficios a toda la ciudadanía.
A todo esto habría que sumar la recuperación ambiental y el mantenimiento de la histórica red de regadío, así como garantizar el agua de riego prohibiendo que la Junta de Hacendados venda parte de la concesión de agua de la Huerta a otras comunidades de regantes como ha venido aprobando en los últimos juntamentos.
Por último, hay que abordar la formación agrícola para todas las personas interesadas, principalmente en las técnicas de agroecología, ya que la producción de alimentos de calidad y ecológicos amparados bajo un sello identificativo supone una de las salidas a la rentabilidad de la Huerta.