El Salón de Plenos del Ayuntamiento acoge la celebración de tres juicios por conflictos de riego, que han sido juzgados por este tribunal declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO Ballesta: "Esta institución para la conciliación entre regantes forma nuestra historia e identidad como pueblo"
El alcalde de Murcia, José Ballesta, el presidente de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, Rubén Jiménez Fernández, asistieron hoy a la sesión que el Consejo de los Hombres Buenos celebró en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, y en la que se dirimieron tres juicios por conflictos de riego en la Huerta de Murcia.
“La tradición y la honra huertana son los valores sobre los que se asienta este tribunal consuetudinario que fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, y que forma parte de nuestra historia e identidad como pueblo”, señaló José Ballesta, quien añadió que “los huertanos cerraban los tratos estrechándose la mano y dando su palabra, que era la mayor garantía de honor, algo que también recoge esta institución para la conciliación”.
En relación a los orígenes de este tribunal cuya autoridad viene dada por la constumbre, el alcalde indicó que “hay documentos que ya hablan de Jurados de Riego en el siglo IX, aunque fue en la época de los árabes cuando se desarrolló el sistema de regadío característico de la Huerta de Murcia, de una manera muy similar a la que hoy conocemos. En el siglo XVIII se constituyó oficialmente el Consejo de los Hombres Buenos”.
El Salón de Plenos acogió esta sesión coincidiendo con la celebración de la I Semana de la Huerta de Murcia, un evento que se prolongará hasta el próximo domingo y que tiene como objetivo la sensibilización, protección y puesta en valor del patrimonio ecológico, paisajístico y cultural de la Huerta de Murcia. Para ello, se ha contado con la participación activa de diversos colectivos, asociaciones y agrupaciones, entre ellas, el Consejo de Hombres Buenos, que se reunió por última vez en el Ayuntamiento hace un año y medio.
El Consejo atiende a las demandas de los vecinos del entorno de la Huerta de Murcia que se consideran agraviados por conflictos relacionados con los cauces de riego (acequias mayores, acequias menores, brazales y regaderas) y cauces de desagüe (azarbes mayores, azarbes landronas, azarbetas y escorredores).
El tribunal está constituido por cuatro vocales (dos de Alquibla y dos de Aljufía -las dos acequias mayores que dan riego a la Huerta de Murcia-, un secretario, el alguacil y un presidente.
El Consejo actúa de forma ordinaria todos los jueves del año, llevando a cabo sesiones de conciliación en las que se alcanzan acuerdos satisfactorios para ambas partes en el 95% de los casos, por lo que los tres casos que se han llevado hoy a juicio representan una pequeña minoría de todos los conflictos resueltos.
Los tres casos dirimidos
En concreto, uno de los juicios que se ha celebrado hoy afectaba a un vecino del entorno del Camino de Santa Catalina, que se quejaba de un cerramiento indebido que dejaba dentro una regadera (cauce menor), que suministraba agua a otras parcelas colindantes.
La otra causa –abierta también por un regante del Camino de Santa Catalina- estaba motivada por la instalación de una puerta que obstaculizaba un paso de regante. El tercer pleito denunciaba la ocupación del ‘quijero’ de la acequia (la senda lateral del cauce), a petición de en un regante de la acequia de Zaraiche, en las inmediaciones de El Esparragal.
El litigio, paso a paso
Los tres juicios han sido orales, como marca la costumbre, y han estado presididos por el vicepresidente de la Junta de Hacendados, Patricio Ballester. En cada sesión, se sigue el mismo orden: primero se da lectura a la demanda interpuesta en presencia de las dos partes: demandante y demandado, y se da cuenta de las actuaciones e inspecciones llevadas a cabo por el Consejo, con el objetivo de constatar los hechos.
El demandante toma la palabra y, tras ratificarse en los hechos, argumenta su demanda. Acto seguido asume el turno la otra parte, que tiene la oportunidad de defender su postura ante el tribunal. Éste valorará las pruebas documentales o periciales que ambas partes quieran presentar.
Si los vocales lo estiman oportuno, se abre un turno de preguntas. Una vez expuesto el conflicto y con los testimonios y pruebas recogidas, llega la deliberación del tribunal, que es secreta. La sentencia que se dicta es firme, ya que las decisiones del Consejo son ley.