Las personas que padecen enfermedades mentales y sus familias disponen a partir de hoy de un nuevo centro de día en el que podrán recibir una atención integral. El acto de inauguración ha contado con la presencia del Alcalde, Miguel Ángel Cámara, así como del Presidente de la Comunidad Autónoma, Alberto Garre, de la concejal de Bienestar Social y Sanidad, María del Carmen Pelegrín, y de la consejera de Sanidad y Política Social, Catalina Lorenzo, que han estado acompañados por la directora de la entidad, Teresa Martínez Lacárcel.
El Centro de Día y sede de la Asociación de Familias y Personas con Enfermedad Mental (AFES), que actualmente cuenta con 75 usuarios diarios, se ha levantado sobre una parcela que cedió con esta finalidad el Ayuntamiento de Murcia. El solar, ubicado en Santiago y Zaraíche, dispone de una superficie de 247 metros cuadrados y su valor económico asciende a casi 942.000 euros.
El Alcalde ha señalado la importancia de dotar a Murcia de todo tipo de servicios de carácter sociosanitario porque “una ciudad que es solidaria se preocupa por prestar la mejor atención a quienes más lo necesitan como, en este caso, las personas que padecen algún tipo de enfermedad mental y sus familias”.
El inmueble dispone de una altura de cinco plantas y sótano, donde se aloja el comedor y la sala de descanso. En la planta baja se encuentra la recepción y sala de exposiciones de trabajos; salas de psicología, trabajo social enfermería y biblioteca en la primera; mientras en las tres restantes se ubican el salón de actos y sala de informática, talleres (de telares, cerámica, autonomía, pintura y encuadernación) y salas de motricidad y gimnasia.
Por otra parte, el Ayuntamiento mantiene un convenio de colaboración con AFES para el desarrollo de un programa de educador social especializado que permita aumentar la calidad de vida, la autonomía y la capacidad de manejo social de los usuarios del centro, organizando actividades dirigidas a su integración y reinserción social.
Con este programa se trata, en definitiva, de procurar unos niveles de independencia que ayuden a alcanzar una vida lo más normalizada posible en la comunidad, al mismo tiempo que potencie los recursos y capacidades personales de los enfermos mentales.