El presidente de la Comunidad ha entregado hoy el galardón al artista murciano, que “se ha constituido en uno de los principales paradigmas éticos y estéticos de la historia reciente de la Región de Murcia”
“Espiritualización de la pintura”. Con este concepto definía el presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, la obra del pintor José Antonio Molina Sánchez en el acto de entrega del Premio de las Artes y las Letras de la Región de Murcia, distinción que en su primera edición ha recaído en el artista murciano.
Con este galardón, la Región, según indicó el presidente regional, “rinde merecido homenaje a uno de nuestros artistas más insignes, a una persona que, a lo largo de sus más de setenta años de dedicación incondicional a la pintura, se ha constituido en uno de los principales paradigmas éticos y estéticos de la historia reciente de la Región de Murcia”.
Además, afirmó, “este reconocimiento supone, sin duda alguna, uno de los actos más justos y esperados de cuantos el mundo de la cultura podría ofrecer a una de sus personalidades más destacadas”.
Desde sus primeros y tempranos retratos, la obra de Molina Sánchez se ha caracterizado “por un lento pero inexorable alejamiento del realismo”, explicó el presidente Valcárcel, quien, en su intervención, ahondó tanto en la figura como en la faceta creativa del pintor.
Molina Sánchez resume, en su dilatada y fecunda trayectoria profesional, muchos de los episodios y hallazgos más importantes de la pintura española del siglo XX.
“Es en la década de los sesenta cuando su pintura adquiere tal magnitud y personalidad, que supone uno de los episodios más brillantes de la modernidad española”, indicó Valcárcel.
Además, el jefe del Ejecutivo murciano destacó la presencia del pintor en tertulias de enorme repercusión social, como las del Café Gijón, así como “la necesidad inagotable de viajar que mostró durante gran parte de su vida”, circunstancias que “llevaron consigo la asociación de su nombre a la agitada vida cultural de la España de Posguerra”.
A este respecto, explicó que, precisamente a través de esos viajes, “África le hace ser uno de los pintores españoles más lúcidos y sugerentes de la segunda mitad del siglo XX”.
Discurso contracorriente para celebrar la belleza del mundo
Por otra parte, es a partir de los años 70 cuando el artista “evidencia una necesidad perentoria de aligerar el peso de su pintura, de tornarla más ingrávida y vaporosa, de invocar, en definitiva, uno de sus figuras más características, el ángel”, lo que supone, en palabras de Valcárcel, “la metáfora y la realidad de una pintura idealizada, de una pintura que aspira a redimir lo real mediante su salvación estética”.
Por último, el presidente hizo referencia a las propuestas creativas del premiado, que calificó como “un discurso a contracorriente, que ha tenido como principal tarea la celebración del mundo, de sus excelencias, de las cosas hermosas que lo componen”. “No es de extrañar, por tanto, que, cada vez que inicia un cuadro, y durante el proceso de ejecución del mismo, a Molina Sánchez la pintura se le convierta en ángel”, subrayó Valcárcel.
“A Molina Sánchez le agradecemos hoy su vida y su obra; tanta belleza y hermosura en sus pinceles y en su ser. Y le damos las gracias, también, por habernos hecho partícipes, mediante la admiración de su exquisito hacer, de esa celebración angélica del mundo y sus excelencias”, concluyó.