“La Franja de Gaza es el lugar más peligroso del mundo para ser un niño o una niña. Y, día tras día, esta brutal realidad se consolida.
En las últimas 48 horas, el mayor hospital que seguía funcionando por completo ha sido bombardeado dos veces. Este hospital (Al Nasser, en Khan Yunis) no solo alberga a un gran número de niños y niñas que ya habían resultado heridos en ataques a sus hogares, sino también a cientos de mujeres y niños en busca de seguridad.
Durante el fin de semana, UNICEF compartió la historia de Dina, una niña de 13 años. Cuando su casa, en Khan Yunis, fue completamente destruida, resultó herida y tuvieron que amputarle la pierna derecha. Perdió a sus padres y a dos hermanos. Pero Dina no perdió la esperanza. Nos contó su sueño de convertirse en abogada. Nos dijo: ‘Siento la injusticia. Cunado crezca, seré abogada para poder disfrutar de mis derechos y de los derechos de toda la infancia’.
Dina es una de las personas asesinadas en el hospital Nasser el domingo, solo un día después de compartir su historia de esperanza.
¿Y así, dónde van a ir los niños y sus familias? No están seguros en los hospitales. No están seguros en los refugios. Y desde luego, no están seguros en las llamadas ‘zonas seguras’.
Déjenme explicar por qué estas llamadas ‘zonas seguras’ son cualquier cosa, menos seguras. Las partes en conflicto tienen, por supuesto, la obligación de tomar todas las precauciones posibles para proteger a la población civil. En este caso, una de las medidas que se toman es la evacuación. Es decir, moverse a las llamadas ‘zonas seguras’.
Como la ONU dijo hace más de un mes: estas zonas no pueden ser seguras o humanitarias si eso se declara unilateralmente. Además, bajo el Derecho Internacional Humanitario, el lugar al que se evacúa a la gente debe tener suficientes recursos para sobrevivir: instalaciones médicas, alimento y agua.
Es decir, estas llamadas zonas seguras solo lo son no cuando están libres de bombardeos, sino cuando estas condiciones -alimento, agua, medicamentos y protección- también se cumplen.
Sin embargo, bajo las actuales condiciones de asedio, que estas zonas cuenten con suministros adecuados es imposible. Yo mismo he visto esta realidad.
Estas zonas son pequeñas parcelas de tierra estéril, o esquinas de calles, o edificios a medio construir, sin agua, sin instalaciones, sin refugio contra el frío y la lluvia.
Y sin saneamiento, algo crítico.
Actualmente, en Gaza hay una media de alrededor de un retrete por cada 700 niños y familias. Reubicar a familias en lugares donde no hay retretes es obligar a decenas de miles de personas a recurrir a cubos o a la defecación al aire libre.
Y así, sin agua y saneamiento y sin refugio, estas llamadas ‘zonas seguras’ se han convertido en zonas de enfermedad.
Los casos de diarrea entre los niños y niñas superan los 100.000. Los de enfermedades respiratorias agudas entre los adultos están por encima de los 150.000. Ambas cifras serán muy inferiores a la lamentable realidad.
Con la desnutrición aumentando entre los niños y niñas de Gaza, las enfermedades diarreicas se convierten en mortales. Piensen esto: más de 130.000 de los niños y niñas más vulnerables de Gaza -los que tienen entre 0 y 23 meses- no están recibiendo lactancia materna ni alimentación complementaria adecuada, incluyendo suplementos de micronutrientes.
En este escenario, y sin el agua, alimento y saneamiento adecuados que solo un alto el fuego humanitario puede traer, las muertes infantiles debidas a enfermedades podrían sobrepasar a las víctimas de bombardeos.
Los padres y madres son dolorosamente conscientes de que los hospitales no son una opción para sus hijos enfermos, porque son objetivo de ataques y porque están saturados con niños y ciudadanos con espantosas heridas de guerra.
Como me dijo el padre de un niño gravemente enfermo: ‘Nuestra situación es pura miseria. Estoy sobrepasado. Mi hijo está muy enfermo. Le dije a mi mujer que tenemos que rebajar las expectativas. Lo único que tenemos es esperanza. No sé si superaremos esto. Por favor, cuéntaselo al mundo’.
Mientras hablamos, la distribución de ayuda es una cuestión de vida o muerte para los niños y niñas en Gaza. Y no se están cumpliendo las condiciones para proporcionar esa ayuda. Un alto el fuego humanitario inmediato y duradero es la única manera de acabar con las muertes y heridas de niños, y con las muertes infantiles causadas por enfermedades; es también la única manera de garantizar la distribución urgente de la ayuda vital que se necesita desesperadamente”.