Los cines, las nuevas salas de conciertos en la era de la tecnología

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El cambio de modelo de negocio de la industria musical propicia nuevos espacios para disfrutar de conciertos

Los cines, las nuevas salas de conciertos en la era de la tecnología

The Eras Tour, el film sobre la gira mundial de Taylor Swift estrenado el pasado octubre, se perfila como el film musical más taquillero de la historia —solo el primer fin de semana recaudó 124 millones de dólares— y está convirtiéndose en un fenómeno que arrasa entre los fans de la cantante norteamericana en ciudades de todo el mundo. Los swifties —tal como se conoce a los seguidores de la joven compositora— se reúnen en los cines para ver a su ídolo y cantar y bailar sus canciones, como si estuvieran en un concierto en directo. A pesar de que el fenómeno de proyectar films musicales en cines no es nuevo —en 1991 los Rolling Stones ya proyectaban su Live at the Max—, es cierto que es una tendencia que va al alza, impulsada por una tecnología cada vez más sofisticada que propicia una experiencia visual espectacular.

La especialista en nuevas tendencias culturales Alba Colombo, profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del grupo de investigación IdentiCat —Lengua, cultura e identidad en la era global—, opina que uno de los factores que contribuyen al crecimiento de este fenómeno es el cambio del modelo de negocio de la industria musical, propiciado por la digitalización: "El sector busca alternativas para sobrevivir. Los principales ingresos ya no provienen de los álbumes o CD, como en el pasado, sino de la música en directo. La digitalización permite nuevas formas de consumo de los espectáculos culturales, y el sector se adapta para sobrevivir".

Para la experta en nuevos modelos de distribución audiovisual Elena Neira, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC e investigadora del grupo GAME, este nuevo tipo de consumo cultural "es el resultado de un punto de encuentro entre los propietarios de los derechos de estos espectáculos y los propietarios de las salas de cine, que han visto en esta nueva oferta un win-win". Para Neira, este tipo de proyecciones permite "ampliar la selección de contenidos a públicos más especializados y, en muchos casos, dar acceso a algo que de forma presencial sería totalmente inviable".

La necesidad de conectar

Asistir a la proyección del film de la gira de Taylor Swift, al Never say never de Justin Bieber o al This Is It de Michael Jackson es, también, una experiencia colectiva de consumo cultural: "Las personas somos grupales y tenemos necesidad de vivir experiencias colectivas. Esta nueva manera de vivir la música es paralela al consumo colectivo de cualquier actividad cultural. Además, ofrece un valor añadido respecto al directo, como entrevistas con los protagonistas, poder conocer como funciona una gira…", asegura Alba Colombo.

"Siempre he defendido que los cines necesitan no solo abrazar, sino también potenciar esta experiencia colectiva. Con la explosión de la oferta en el hogar y la mejora significativa de las pantallas domésticas, la creación de eventos alrededor de las salas me parece determinante para captar audiencias tradicionalmente esquivas al consumo lineal", afirma Elena Neira.

De hecho, la forma de vivir esta experiencia en el cine es muy diferente de visualizar un film cualquiera en una sala. En una entrada de Instagram, la propia Taylor Swift animaba a los fans a "cantar y bailar" durante la proyección. También han incitado a hacerlo las cadenas de cines donde se proyecta el film, como Odeon o AMC Theatres. Este último ha publicado incluso una guía para explicar que los fans pueden "cantar, bailar, hacerse selfies", además de comprar merchandising, a pesar de que avisan que "está prohibido bailar sobre los asientos".

Las múltiples posibilidades de la tecnología

Colombo y Neira coinciden en que esta nueva forma de consumir música y espectáculos musicales —cada vez las grandes giras son más una performance que un simple concierto— seguirá evolucionando y veremos más novedades. "Creo que ya hemos dado un paso más allá de los cambios impulsados por la digitalización. Ahora entramos en el terreno de la inteligencia artificial, y el consumo de música —y de cultura en general— será todavía más disruptivo en un futuro", explica Neira.

Para Colombo, "la tecnología abre muchas posibilidades, cada vez tiene menos límites: hologramas, actuaciones en el metaverso… Incluso poder tocar con tu músico preferido a través de una pantalla. La industria lo acogerá siempre que vea que las nuevas aplicaciones pueden hacer incrementar su mercado". 

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