El aumento del regadío constituye la mayor amenaza para los ríos, acuíferos y humedales en España

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El aumento del regadío constituye la mayor amenaza para los ríos, acuíferos y humedales en España

En el Día Mundial del Agua, Ecologistas en Acción recuerda que el aumento del regadío constituye la mayor amenaza para los ecosistemas acuáticos en el Estado español, lo que puede llevar a un colapso hídrico en pocos años en buena parte del territorio.

En España hay actualmente más de cuatro millones de hectáreas de regadío a lo que hay que añadir el regadío ilegal. Aunque siempre se ha considerado que este sumaba un 5 o 10% más, según estudios recientes realizados en diferentes lugares (Doñana, Daimiel, el acuífero de los Arenales, Valladolid, y el Mar Menor), el regadío ilegal podría ascender al 30%. De esta manera, las cifras más realistas de regadío total se situarían, como mínimo, por encima de los 4,5 millones de has.

Tal cantidad supone, sin contar con el uso ilegal del agua, el 85% del consumo de agua en el Estado español. El porcentaje es incluso mayor si se tienen en cuenta los retornos, es decir, el agua que vuelve de nuevo al sistema después de usarse. Mientras el abastecimiento a poblaciones tiene un retorno superior al 80%, en el regadío es de tan solo el 10% y bajando, dada la proliferación de los cultivos de leñosos, que llevan riego por goteo. Así, el consumo neto real de agua del regadío se situaría en torno al 93% del consumo total de agua.

El regadío sigue creciendo. Castilla-La Mancha es la región donde más ha aumentado, con un crecimiento de superficie regada del orden del 65% en los últimos 25 años. A continuación se sitúan Andalucía y Extremadura. Es especialmente preocupante el aumento exponencial que están teniendo los cultivos de regadío intensivo de leñosos que hasta hace dos o tres décadas eran solo de secano, como es el olivar, el viñedo y el almendro, ahora acompañado también del pistacho. Ecologistas en Acción califica de "increíble" que el cultivo en regadío más extenso sea el olivar con 853.000 has. Hay también en riego 400.000 has de viñedo, 150.000 de almendro y 20.000 de pistacho.

Las consecuencias de esta explosión del regadío están siendo ambientalmente desastrosas. 

Sobreexplotación de recursos

En Andalucía los embalses están tan sólo al 30% al inicio de la primavera, cuando deberían estar casi al doble. En el pasado verano se secaron todas las lagunas del Parque Nacional de Doñana. A pesar de ello, la Junta de Andalucía pretende legalizar 1.600 has más de regadío en el entorno de este espacio protegido. 

En Castilla-La Mancha la sobreexplotación de los acuíferos se intensifica. El complejo lagunar de Daimiel está prácticamente muerto. Incluso los humedales que se abastecían de las aguas residuales depuradas ni siquiera pueden disponer de este recurso por la apertura de nuevos pozos en su entorno, como ocurre en la laguna de Navaseca. En la región manchega, además, se están abriendo numerosos pozos ilegales y el regadío "legal" extrae varias veces más agua de lo autorizado, como ocurre en las provincias de Cuenca, Albacete y Ciudad Real. En esta última, el Seprona denunció que el 99% de los contadores de los pozos estaban trucados para no contabilizar toda el agua que extraen.

Contaminación de suelo y agua

Por otra parte, la proliferación del regadío conlleva el uso masivo de fertilizantes y plaguicidas, que contaminan acuíferos y aguas superficiales.

Un ejemplo paradigmático de las consecuencias de esta contaminación es la destrucción del ecosistema del Mar Menor (Murcia), donde el cambio de secano a nuevos regadíos industrializados han provocado la entrada masiva de nutrientes a la laguna, que tras resistir varias décadas ha acabado colapsando y sucumbiendo a un proceso grave de eutrofización, que persiste hoy en día, principalmente por la falta de medidas eficaces y en el origen que limiten la entrada de nutrientes y permitan el inicio de la recuperación de este valioso ecosistema.

Situación en la Región de Murcia

El regadío consume 87 de cada 100 litros de agua, y la expansión del regadío ha continuado, pese a las normativas en contra, que trataban de limitar el consumo por estar ya muy por encima del agua disponible en nuestro territorio. Esa ampliación de regadíos sólo es posible gracias a la permisividad y connivencia del gobierno regional y la Confederación Hidrográfica del Segura, que han mirado y siguen mirando para otro lado ante las miles de hectáreas de regadíos ilegales, como se ha demostrado en el caso del Campo de Cartagena, donde el regadío ha sido el principal responsable del colapso del Mar Menor y sólo se ha reconocido la existencia de varios miles de hectáreas ilegales tras el colapso del ecosistema del Mar Menor. Otro ejemplo se encuentra en Águilas, donde se han legalizado miles de regadíos sin concesión de agua, práctica que se ha repetido en otras zonas agrícolas de la región. También, si nos fijamos en la Comarca del Noroeste, podemos observar la expansión de regadíos ilegales, muy actuales y que está sobreexplotando acuíferos y acabando con los manantiales. Sin olvidar la Comarca del Altiplano, donde la sobreexplotación y contaminación de acuíferos amenaza el agua para abastecimiento y el futuro de la propia comarca.

Y todo esto, sin entrar en otros importantes impactos de buena parte del regadío industrial, como la transformación del paisaje, la preocupante pérdida de suelo fértil y la reducción de la biodiversidad, o las consecuencias sociales como la explotación y la precariedad laboral en el sector.

Por todo ello, Ecologistas en Acción considera la expansión del regadío como la mayor amenaza actual para el medio natural. Si se continúa como hasta ahora, en la siguiente sequía plurianual se producirá un colapso hídrico que afectará especialmente a la mitad sur de la península.

Para evitar este desastre, Ecologistas en Acción considera esencial frenar la expansión del regadío y reducir la superficie actualmente regada en, al menos, un millón de hectáreas en el territorio nacional. De esta forma, se podría alcanzar un cierto equilibrio hídrico y evitar que se produzca el colapso hídrico. Esta reducción de la superficie regada en ningún caso afectaría a la soberanía alimentaria, pues actualmente el 75% de la producción en regadío se destina a la exportación.

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