Ya no es suficiente con ser nativo digital: el pensamiento computacional es una habilidad fundamental para la vida en el siglo XXI
Crece el interés de los centros con alumnado en riesgo de exclusión en el aprendizaje de la robótica para romper la brecha social
Los centros educativos ofrecen, entre sus actividades dentro o fuera del horario escolar, la enseñanza de la robótica. "Hay quienes afirman que es una moda, pero la programación lleva ya muchos años en las escuelas", afirma Carlos Casado, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC. Desde que apareció Scratch en 2007, "el número de escuelas que enseñan a programar a sus alumnos ha ido creciendo año tras año". Este entorno de programación es, según consta en el informe Programación, robótica y pensamiento computacional en el aula: situación en España y propuesta normativa, elaborado por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF), el más utilizado por los profesores, y la UOC comparte sus materiales formativos en abierto.
¿Desde cuándo puede aprenderse robótica y programación?
Para Casado, "desde el momento en que un niño empieza a entender cómo usar un tenedor o cómo lavarse las manos, ya puede entender cómo funciona un robot". Por tanto, añade, la robótica puede integrarse a la educación desde una edad muy temprana: los 3 o los 4 años. Puede introducirse a los niños y niñas en la programación y la robótica de diferentes maneras: "Hay robots muy sencillos, ideales para enseñar conceptos básicos de matemáticas y espaciales". Estos robots son las Beebots, muy utilizadas entre el segundo curso de educación infantil y segundo de primaria. Con los niños y niñas algo más mayores se suelen utilizar Scratch y también el entorno Lego. "Hay distintas maneras de acercarse a la robótica, y están muy determinadas por la edad", indica Carlos Casado, que aclara: "Cuando hablamos de robótica, básicamente hablamos de enseñar a programar a los niños y a las niñas".
Este año se está implantado en los colegios el Plan código escuela 4.0 dirigido a reforzar la competencia digital en infantil, primaria y ESO. Este plan se alinea con las conclusiones del informe de la Unión Europea (UE) Análisis del pensamiento computacional en la enseñanza obligatoria, que considera el pensamiento computacional una habilidad fundamental para la vida en el siglo xxi y abunda en la necesidad de incorporarlo a los centros de enseñanza. "Aprender a programar ayuda a trabajar este tipo de pensamiento", indica Casado. "Se considera que la programación ayuda a practicar en la descomposición y resolución de problemas y también a pensar de manera abstracta, fomenta la creatividad, la colaboración y el trabajo en grupo".
Ser nativo digital ya no basta
Todos los niños del primer mundo son nativos digitales, por lo que esto dejará pronto de ser una habilidad extra en un futuro escenario de búsqueda de empleo. La robótica va un paso más allá. "Por poner un símil", comenta Carlos Casado, "hablar de nativos digitales es como llamar nativos motorizados a las generaciones que crecieron cuando ya existían los coches: no es lo mismo usar uno que saber cómo funciona". Con la tecnología sucede algo parecido: "Es cierto que los nativos digitales saben usar muchos aparatos electrónicos, pero son pocos los que entienden qué hay detrás de ellos, o que tienen siquiera un conocimiento aproximado de cómo funcionan". Aprender robótica y programación "no los convierte en programadores, pero les ayuda a ver la tecnología de otra manera, y a saber qué hacer o a quién dirigirse si tienen un problema".
Otro indicador de la importancia de este aprendizaje es que "hay mucho interés por parte de escuelas y centros de entornos desfavorecidos en que niños y niñas aprendan a programar", explica Carlos Casado. "Lo ven como una manera de romper la brecha social: consideran que darles a conocer las posibilidades de la tecnología es abrirles una puerta al futuro". En esa línea trabaja Ayuda en Acción, que a través de su proyecto MAK3RS en este perfil de escuelas busca reducir la brecha digital entre los diferentes estratos socioeconómicos, además de eliminar el absentismo escolar y fomentar en ellos la vocación por las profesiones TIC.
La formación en tecnologías, según sus responsables, ayuda a este colectivo en riesgo de exclusión a romper el círculo de pobreza en el que viven no solo ellos, sino también sus familias. Tal como indica el profesor de la UOC, desde Ayuda en Acción consideran que desarrollar estas competencias contribuye a potenciar el liderazgo, la capacidad para trabajar en equipo y la resolución de problemas. Casado también destaca la necesidad de impulsar la incorporación de las mujeres al ámbito de la tecnología: "La robótica acerca la tecnología a los niños desde el punto de vista de los creadores. Desgraciadamente, solemos plantearla como algo masculino, cuando las niñas tienen la misma facilidad que los niños a la hora de enfrentarse a problemas tecnológicos", explica, y añade: "Es más fácil escoger una carrera tecnológica cuando sabes lo que significa realmente".
El interés hacia la robótica en padres e hijos obedece a distintos motivos, como señala Casado. "La atracción de los niños hacia la construcción y la idealización de los robots que se ven en cine o televisión" son lo que anima a los más pequeños en primera instancia a sumergirse en la robótica, mientras que las familias "están convencidas de que la tecnología es el futuro y creen que es bueno para sus hijos que se familiaricen con ella".
En línea con esta convicción, el profesor resalta que "hay un discurso que se repite sobre la gran necesidad de personal en las industrias tecnológicas". El déficit de profesionales TIC estimaba en más de 120.000 las vacantes para puestos tecnológicos en mayo de 2022 en nuestro país, según el informe Radiografía de las vacantes en el sector tecnológico 2022. De acuerdo a los objetivos de la Década Digital Europea, en España el número de profesionales del sector TIC deberá haberse triplicado en 2030 para alcanzar los compromisos de Bruselas (de los algo más de 700.000 actuales a 2,1 millones). "Las familias no son impermeables a estos mensajes: son conscientes de la importancia de la tecnología".