Ha sido una comparecencia en la que se ha evidenciado sobriedad y seriedad. En el inicio de la transmisión, en plano abierto, sin cruzar las piernas, como se mostró en la del pasado año, las manos acompañan la expresión verbal en señal de acuerdo y conciliación.
Hay poco espacio de fondo en el que aparecen los símbolos habituales: las banderas, figuras del Belén, árbol navideño, fotografía y flores de Pascua. El plano se ha cerrado pasados los primeros minutos y ha quedado mermada la posibilidad de ver sus manos apoyando el discurso, que esta vez estaban más despegadas de las piernas. Al final se abre el plano y se ven las manos. La voz se ha mostrado con más énfasis, cuidando los cambios de frase para respirar y oxigenar las palabras. Podríamos afirmar que desde el punto de vista de la comunicación, ha sido su mejor discurso.
Con respecto a ediciones anteriores
Las primeras comparecencias del monarca a partir de 2014 muestran la rigidez y seriedad del rostro que merman su capacidad de cercanía y familiaridad. La forma en que transmite sus mensajes y el ritmo con que lo hace en un tono de voz medio, deberían dotarse de más inflexiones para romper la monotonía y así atenuar o elevar palabras del discurso y llamar más la atención del espectador.
La evolución producida, a lo largo de los distintos discursos pronunciados, nos muestra un rostro con una mirada más abierta y una media sonrisa más envolvente, por tratarse de una de las expresiones faciales con las que más se comunica. En concreto el pasado año, esa sonrisa media estuvo presente en una buena parte de las secuencias.
La escenografía también nos da pistas de comunicación y aporta elementos complementarios a la visualidad de la escena. Observamos unas primeras intervenciones con un fondo demasiado cercano, con poco espacio, y las últimas, anteriores a la de este año, que dejan más aire y atmósfera en el espacio.
El lenguaje de las manos, que siempre quedó limitado a la colocación encima de las piernas, presenta también una evolución a despegarse de esa zona para tomar movimiento y remarcar las expresiones orales.
Destacamos, por último, la sensación de serenidad y tranquilidad de las últimas apariciones. Vemos como muestra las palmas de las manos abiertas en señal de acogida.
Julio García Gomez es analista de comunicación y lenguaje de la Fundación Casaverde. Experto y docente de competencias y habilidades para expresar con eficacia y destreza. Formador de profesionales de televisión y radio, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha realizado para televisión, radio y otros medios nacionales e internacionales el análisis de personajes como Isabel II de Inglaterra, su hijo Carlos III y el presidente de Ucrania Volodímir Zelenski, entre otros. Es profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y de diversas instituciones y centros.