En muy poco tiempo superamos los 8.000 millones de habitantes, mientras que en Egipto se está celebrando la cumbre del clima de la ONU (COP 27). Pronto vendrán los dimes y diretes si sería mejor que la población mundial fuese menor de lo que es. La pandemia y algunos temas más ya se encargan de ello.
Los datos indican que natalidad y crecimiento de la población están bajando en todo el mundo y no hemos de olvidar que el dinamismo de los países ricos está cada vez más amenazado por una población más envejecida y con escasez de mano de obra. Suponemos que desde la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, donde veranean estos días los del cambio climático, estudian las posibles emisiones per cápita. Para ellos las 15 toneladas de CO2, per cápita de EE.UU y las 0,60 de Nigeria, un ejemplo, serán más que palabras.
Por otro lado, también escuchamos que el problema no viene de la natalidad, sino lo que se consume. Algún que otro magnate tomaba la decisión de no tener más hijos "para cuidar el planeta" y, así ser un modelo a seguir para otras familias. En realidad, con cierto sarcasmo, pensamos que criar a dos hijos en una lujosa mansión de tal magnate equivale a tener seis, por ejemplo, en Kinshasa. Un niño nacido en California o en Austria, en principio, va a emitir más que otro nacido en Costa de Marfil. No pensamos que exista un "niño medio".
El problema no anda alrededor de la natalidad, sino lo que se consume. Un buen autor francés, Emmanuel Pont, acaba de sacar a la calle un gran libro referente a ello. Les comentamos al respecto: "Si tomamos los países de fuerte natalidad, declarado en Le Monde, los que tienen más de tres hijos por mujer, representan el 20% de la población mundial, pero solo el 3% de las emisiones de CO2". La responsabilidad por tanto hacia las emisiones actuales recae en gran parte sobre los países ricos y muy poco en los pobres.
Si el nivel de vida mejorase en los países del Sur, cosa que a todos nos gustaría, acabarían aumentando sus emisiones, y al final habría menos población, pero más gases de efecto invernadero. ¿Tendría un francés derecho a más emisiones de CO2 que un chino, australiano o mozambiqueño? A partir del momento en que se piensa que cada persona tiene derecho a un nivel de vida y a las emisiones asociadas equivalentes, no se ve por qué la gente de los países ricos, que son los más contaminadores, deberían querer controlar las emisiones de los otros.
De ello se quejan los países más vulnerables en la cumbre del clima. Al final deberían ponerse de acuerdo sobre cómo pagar la factura de las medidas para afrontar el descenso de emisiones. Y ser menos población sobre la Tierra no va a arreglar ninguna de las grandes cuestiones sobre el clima.