Los expertos proponen acciones para combatir el aumento de la pobreza y la desigualdad social ocasionadas por el deterioro medioambiental
El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), llamado Cambio climático 2022: impactos, adaptación y vulnerabilidad, ha mostrado los últimos datos sobre las alteraciones que está produciendo el calentamiento global y qué cambios bruscos pueden esperarse a corto plazo. Una de las evidencias es que entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático, y que el calentamiento global, que alcanzará los 1,5 °C a corto plazo, provocará peligros climáticos y múltiples riesgos para los ecosistemas y los seres humanos. De hecho, ya estamos empezando a sufrir consecuencias como las olas de calor extremo vividas este verano. De ello, y de cómo incentivar y promover la puesta en marcha de iniciativas que hagan más adaptable y resistente a la sociedad ante el reto climático, se hablará en el ciclo Retos, "Resiliencia urbana frente al reto climático", organizado por la UOC, que tendrá lugar este miércoles 21 de septiembre.
"Por un lado, hablamos de estrategias de mitigación del cambio climático desde las ciudades, entendiendo que una parte importante de las emisiones globales se producen en contextos urbanos. En este sentido, el reto está en buscar medidas enfocadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de distintas actividades que tienen lugar en las ciudades y que suponen emisiones directas o indirectas, con especial énfasis en la movilidad, el consumo energético de los hogares o de los equipamientos públicos", explica Hug March, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC e investigador de TURBA, y uno de los coordinadores del proyecto RESCITIES que participará en esta sesión del ciclo Retos.
"En segundo lugar, un tema cada vez más recurrente en las políticas públicas urbanas es el de la adaptación a los efectos del cambio climático, y más concretamente de los riesgos hidroclimáticos exacerbados por el cambio climático y que pueden tener múltiples manifestaciones. Uno de los efectos que más notamos en el plano urbano es la intensificación y aumento en la recurrencia de las olas de calor y del número de noches tropicales o tórridas, además de la recurrencia de la sequía y las inundaciones ligadas a regímenes más extremos de precipitación o, en las geografías costeras, el incremento del nivel del mar y la afectación a infraestructuras básicas y sector residencial", añade el profesor de la UOC.
Además, como explica el catedrático de la Universidad de Sevilla Leandro del Moral, quien también intervendrá en esta sesión, el proceso de cambio climático coincide y se relaciona con dinámicas de aumento de la pobreza, desigualdad social y la consiguiente acentuación de la vulnerabilidad social, "lo que requiere concreción y operatividad de los planteamientos de equidad y transición justa que hay que aplicar, y que afecta especialmente a la capacidad de las personas de afrontar los riesgos relacionados con las olas de calor".
En su opinión, afrontar el proceso de cambio climático con perspectivas de mitigación y adaptación requiere una reordenación del conjunto de las políticas urbanas (energía, movilidad, abastecimientos, estrategias de desarrollo económico…). "Desde nuestra perspectiva de análisis de la resiliencia frente a los riesgos hidroclimáticos, hemos analizado en detalle el fenómeno de las olas de calor, con especial atención a los colectivos más vulnerables. Y desde esa perspectiva, en un taller realizado en Sevilla con agentes sociales y representantes institucionales, hemos identificado una larga serie de actuaciones concretas e importantes", explica Leandro del Moral.
Entre ellas, se encuentran las siguientes:
1 -Adaptación climática y mejora ambiental de los espacios públicos, incrementando las áreas sombreadas, con especies adecuadas y bien distribuidas en el espacio, además de mayor presencia de agua —aseos y duchas públicas, fuentes bebedero y fuentes de ocio.
2- Creación de una red de espacios de refugio y encuentro en edificios públicos (bibliotecas, centros cívicos...) que cubran el incremento de necesidades por episodios de calor, junto con la aplicación de la normativa de bioclimatización para centros educativos, revegetando los centros escolares, convirtiéndolos en pulmones verdes y refugios climáticos, y la adaptación de los centros de atención a personas sin hogar a las necesidades reales.
3- Rehabilitación del parque de viviendas mejorando sus condiciones de habitabilidad y confort térmico, asegurando suministros a los hogares vulnerables durante olas de calor con garantía de mínimo vital de agua y energía, acompañando a la población excluida socialmente para acceder a ayudas.
4- Mejora del conocimiento, sensibilización y comunicación y aspectos normativos, lo que implica la formación y sensibilización para la población sobre qué hacer en caso de ola de calor adaptando esta formación a diferentes colectivos: migrantes, turistas, niños/as o personas con diversidad funcional, entre otros colectivos, junto con campañas de visibilización de la pobreza energética y sus impactos.
Como explica Hug March, las estrategias de mitigación del cambio climático tienen una larga trayectoria, "y podríamos afirmar que, con más o menos intensidad, una gran parte de las ciudades medias y grandes europeas, así como en muchas otras geografías, despliegan estrategias de sostenibilidad urbana cuyo objetivo entre muchos otros puede ser disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero que se producen en la ciudad", señala el profesor de la UOC. "Sin embargo, seguramente lo que hemos ido viendo desde ya hace algunas décadas no ha sido lo suficientemente ambicioso, y, dada la situación actual de emergencia climática, se ha intensificado el interés en afrontar la cuestión climática desde la ciudad, tanto desde el punto de vista de la mitigación como de la adaptación".