El estudio de la UOC, la UB y la UPV/EHU muestra que los abusos sexuales han sido cometidos, mayoritariamente, por clérigos que conocían las experiencias previas de malos tratos que presentaban las víctimas
Las iniciativas para denunciar y reparar este tipo de abusos en el Estado español han sido muy escasas, tanto por parte de las instituciones como de las entidades de la Iglesia católica
La actitud que ha predominado ante este tipo de abusos ha sido de carácter defensivo, basada en la negación o la minimización del problema
Los expertos han investigado las características de las víctimas y la gravedad de los abusos cometidos, así como sus consecuencias psicológicas y espirituales, los procesos de victimización y las estrategias de reparación adoptadas por las instituciones eclesiásticas
El pasado mes de abril, por primera vez, la Iglesia católica española reconoció 220 casos de abuso a menores por parte de clérigos españoles desde el año 2001, según expuso el portavoz de la Conferencia Episcopal Española en rueda de prensa. Las iniciativas para denunciar los abusos sexuales en las instituciones religiosas en España han sido muy escasas y los protocolos destinados a su prevención en la Iglesia católica española han sido muy diversos. No obstante, nunca se han hecho investigaciones a fondo sobre la victimización producida a lo largo de los años para poder repararla adecuadamente y facilitar un acceso uniforme de las víctimas a dicha reparación. Esta es una de las conclusiones del estudio sobre abusos sexuales dentro de la Iglesia católica más ambicioso realizado a nivel estatal, a cargo de Josep M. Tamarit, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC); Noemí Pereda, de la Universidad de Barcelona (UB), y Gema Varona, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
Los resultados de esta investigación se han presentado este lunes, 28 de junio, en la «Jornada sobre abusos sexuales de menores en instituciones religiosas: respuestas restaurativas desde la victimología», que se ha llevado a cabo en el auditorio del Centro Carlos Santamaría de la Universidad del País Vasco, en San Sebastián. En el acto, organizado por los responsables de las investigaciones, han participado expertos en criminología, psicología, derecho penal y otros campos del conocimiento, así como periodistas de investigación, víctimas y profesionales que trabajan en programas específicos con ellas.
Esta investigación es un proyecto coordinado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), junto a la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), pionera en este campo desde 2013, y la Universidad de Barcelona (UB). El proyecto engloba el conjunto de investigaciones sobre este tipo de abusos realizadas en el Estado con el objetivo de comparar sus resultados con los obtenidos en otros países y discute la relevancia que pueden tener para la reparación, la intervención y la prevención de este tipo de victimización.
Proyecto multidisciplinar
Este trabajo ha sido desarrollado entre 2018 y 2021 por un grupo de profesionales que tienen una sólida experiencia investigadora en el ámbito de la victimología, con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación e incluyendo fondos europeos. De este modo, en el marco de este proyecto se han realizado diversos estudios en los que se han podido evaluar aspectos concretos del contexto español.
El estudio coordinado cuenta con investigaciones cuantitativas y cualitativas de las que se concluye la mayor afectación a hombres, sin perjuicio de incluir un apartado específico con perspectiva de género sobre la invisibilidad de la victimización femenina. Asimismo, documenta el profundo y duradero daño sufrido por las víctimas, tanto en lo que respecta al delito padecido como a la victimización secundaria o al daño añadido por una respuesta institucional tendente, muchas veces, a ocultar, silenciar, confundir y, en ocasiones, culpabilizar a las víctimas. A la gravedad de todo ello se suma el hecho de que, a veces, estas víctimas eran niños y adolescentes en situaciones ya agravadas de exclusión, desventaja social o discapacidad.
El estudio muestra que los abusos sexuales fueron cometidos, mayoritariamente, por clérigos que conocían las experiencias previas de malos tratos que presentaban las víctimas y, así, su extrema vulnerabilidad y la inexistencia de un contexto protector, lo que les permitía asegurarse la impunidad.
«La investigación sobre el modo en que la Iglesia católica ha reaccionado ante la aparición de casos de abuso refleja que ha habido diversidad de actitudes. La que ha predominado en muchos países ha sido de carácter defensivo, basada en la negación o la minimización del problema. Cuando ha sido imposible negar la existencia de casos de abuso, la respuesta oficial ha tendido a presentarlos como hechos aislados o a centrar las explicaciones en la búsqueda de las causas individuales, atribuyendo los abusos a rasgos psicopatológicos de los abusadores y obviando la posible influencia de causas de tipo ambiental o estructural», asevera Tamarit, el coordinador del proyecto e investigador principal del grupo Sistema de Justicia Penal (VICRIM) de la UOC.
Factores de riesgo
Este proyecto también ha abordado las causas estructurales del abuso sexual en instituciones eclesiásticas españolas. De este modo, aspectos como el poder clerical, el perfeccionismo moral, la concepción de la sexualidad, el secretismo, la soledad o la idea del pecado y del perdón han sido identificados como factores de riesgo. El equipo de la UPV/EHU se ha centrado concretamente en aspectos institucionales u organizacionales y ha analizado el daño provocado por la llamada traición institucional y espiritual, concepto utilizado en las investigaciones comparadas especializadas. Un aspecto fundamental encontrado es la instrumentalización de las víctimas y el hecho de priorizar la reputación institucional por encima de los derechos individuales de los entonces menores.
Además, el derecho canónico, recientemente reformado, no ha considerado durante mucho tiempo los derechos que las víctimas deben tener en los procedimientos para revisar los casos. En ellos, según la normativa internacional, debe asegurarse la especialización para tratar los temas de victimización sexual, así como la imparcialidad y la protección a las víctimas, sin por ello mermar la presunción de inocencia.
Algunos programas de justicia restaurativa, para encontrar formas de reparación moral y económica a las víctimas, permiten una responsabilización y solidaridad con ellas que reafirma la injusticia del daño cometido. De esa forma es posible asumir responsabilidades individuales e institucionales y recuperar la confianza y la legitimidad perdidas o cuestionadas por muchas víctimas y numerosos ciudadanos, siempre y cuando esos programas restaurativos se realicen de manera independiente.
El proyecto, cuyos resultados se encuentran en fase de publicación en la editorial Aranzadi, ofrece modelos concretos de buenas prácticas que permiten a las instituciones, religiosas y públicas en general, así como a la sociedad civil, desarrollar respuestas de solidaridad para con las víctimas con honestidad y compromiso, dos aspectos muy valorados por ellas. Asimismo, ilustran cómo otros países se han enfrentado con mayor éxito a esta problemática social. Ello ha supuesto que las instituciones concernidas hayan salido reforzadas, ya que se han tomado en serio el daño causado y han conceptuado el problema en un marco de justicia y salud pública.
La Universidad de Barcelona, por su parte, ha descrito las características de las víctimas, mayoritariamente niños, con experiencias previas de malos tratos; la gravedad de los abusos sexuales, repetidos y con contacto físico, incluidos abusos con penetración en más de la mitad de los casos; las consecuencias psicológicas, con una mayoría de víctimas que tienen problemas cronificados de ansiedad y depresión, dificultades sexuales, de alimentación y sueño, y por último, el trauma espiritual, relativo al impacto extremo que los abusos sexuales han causado en su fe y su creencia en la Iglesia católica. También se han analizado las notificaciones realizadas por las víctimas a la Iglesia años después de los abusos sexuales, tras un periodo de maduración y reflexión, así como la respuesta institucional, causante de un nuevo daño y sentimientos de traición que incrementaron el malestar de los damnificados.
Los investigadores han mostrado su gratitud hacia todas las personas que han colaborado en el estudio, incluidos miembros de la Iglesia, pero muy particularmente hacia las víctimas directas e indirectas, que han ofrecido su testimonio para el análisis en el marco del proyecto coordinado.