La dejadez de las administraciones es una realidad, siempre llegan tarde a la recuperación de edificios históricos y cuya única opción es la demolición de los mismos, por ello esta formación no va a permitir que nuestro patrimonio sea gestionado y arruinado por la impasibilidad de nuestras instituciones.
Los culpables de que esto suceda son, tanto el Ayuntamiento de Murcia, como el propio Gobierno regional; los edificios y monumentos que integran el patrimonio histórico y cultural, representan un elemento que pertenece a la historia y tradición de un país, motivo por el cual deberíamos preservarlos para poder dejarlos en herencia a las próximas generaciones, además suponen una de las fuentes de ingresos directos e indirectos más importantes de nuestro país, generando nuevas oportunidades de puestos de trabajo. Es una de las claves del desarrollo económico de numerosos municipios, permitiendo a los turistas que nos visitan de todo el mundo disfrutar de ellos.
El patrimonio de nuestra Región es tangible como los edificios, paisajes, lugares arqueológicos o estructuras industriales, mientras que la otra parte tiene un carácter intangible, como nuestra lengua, el arte, la música o nuestras creencias religiosas. Por lo tanto, nuestro patrimonio cultural no solo está hecho con elementos viejos. Este patrimonio tiene que ser respetado y reconocido por todos y los que deben dar ejemplo son las propias administraciones.
Desde CONTIGO Región Murcia nos preguntamos de qué sirve la Ley 4/2007 de Patrimonio Cultural de la Región, aparte del artículo 46 de la Constitución española, donde ambas obligan a mantener en las debidas condiciones estos hallazgos arqueológicos. Estamos atónitos y preocupados ante el espectáculo tan bochornoso de las instituciones regionales, cuya opacidad e incompetencia están provocando que estos tesoros de un valor incalculable, se caigan a pedazos.
Las leyes pueden distorsionar la efectiva conservación del patrimonio cuando se queda solo en papel, así que como políticos tenemos que sintonizar el mantenimiento vivo del patrimonio con una conservación continua en el tiempo, por ello esta formación exige un compromiso político que contribuya a conservar el carácter de cada lugar.