El Gobierno de España insistes en la necesidad de proteger a los más sensibles: las personas mayores y los pacientes con patologías previas ya que son los más vulnerables frente al coronavirus. Entre estas personas se encuentran personas cuyo domicilio habitual son las residencias de mayores y de discapacitados intelectuales, la mayoría grandes dependientes que suman patologías crónicas de diversa consideración, pero fundamentalmente problemas de respiración.
En definitiva, necesitan de una atención y unos cuidados continuos por parte de unos profesionales que se están enfrentando a esta situación en las condiciones más precarias imaginadas. No disponen ni siquiera de guantes o mascarillas suficientes que, desde luego, no puede ser considerado un Equipo de Protección Individual (EPI) pero es la mínima protección con la que hay que contar.
Desde algunas residencias, hace tiempo que limitaron los contactos y las salidas al exterior de estos residentes para protegerles al máximo, pero como es lógico los profesionales que les atienden salen al exterior y temen que sin medidas de protección puedan contagiarles.
Los profesionales Técnicos en Cuidados de Enfermería de residencias de mayores y discapacitados intelectuales denuncian que de no abastecerles con algo tan básico como mascarillas y guantes el riesgo de contagio es altísimo y altísimo el porcentaje de fallecidos que alcanzaría el 85% de los residentes.
El virus no hace ningún tipo de distinciones. El Ministerio de Sanidad y las autoridades tampoco debe hacerlas y es prioritario proteger a estos profesionales que no prestan sus cuidados en los hospitales, eje de la atención, pero que también están cuidando y atendiendo a muchos españoles, por otro lado, y como hemos señalado los más vulnerables a quienes además el Gobierno ha manifestado su interés por protegerlos.