El alcalde de Molina de Segura, Eliseo García Cantó, y el presidente la CROEM, José María Albarracín Gil, han realizado una visita a las obras de construcción del nuevo Recinto de Eventos de Molina de Segura (REM), situado en Calle Cremades, intersección con Calle Piña (frente al Ecoparque). Les han acompañado el primer teniente de alcalde, Ángel Navarro García, la concejala de Obras Municipales, María Montserrat Montanos Villegas, el concejal de Promoción Económica, José de Haro González, el concejal de Fiestas Locales, Comercio y Turismo, Andrés Martínez Cervantes, y el vicesecretario general de la CROEM, Ramón Avilés.

La inversión de todas las infraestructuras, un transformador eléctrico, vestuarios y aseos, cerramiento, barras, asfaltado, zona de emergencias, food truck, etc., lleva un coste de unos 5 millones de euros, financiado íntegramente por el Ayuntamiento molinense. El aforo será de 10.000 personas.

Se espera programar, mediante empresa externa experimentada, encuentros y ferias comerciales mensuales de coches usados, maquinaria industrial, transporte, alimentación, golosinas, etc., para toda la Región de Murcia.

El área es de 26.500 m2, pero se espera la anexión futura de otro solar adjunto en la zona este del recinto, de otros 6.500 m2, con lo que finalmente tendrá 33.000 m2, previéndose levantar un pabellón en dicha zona. Para comparar, la FICA de Murcia posee 45.000 m2.

La historia del actual Recinto de Eventos arranca con la historia de la empresa Cartonajes Molinenses S.A. (Carmosa)

La creación empresarial más ambiciosa de la industria auxiliar de los cartonajes la protagoniza, una vez más, el importante emporio conservero Hernández Pérez Hermanos, que funda Cartonajes Molinenses en 1966, junto a otros socios, de la mano del entonces secretario del Ayuntamiento, que también participa en la fundación, el muy hábil José Cremades. Importantes industriales del municipio, como Hernández Contreras, José María Campillo, Juan Antonio Serrano o Antonio Bernal Carbonell, participarían en el ilusionante proyecto empresarial. El 23 de septiembre se solicita al Ayuntamiento la licencia de construcción de una fábrica de cartón en el denominado Huerto de los Nísperos, aprobándose definitivamente el 7 de diciembre. Para la gerencia se elige al también accionista Juan Vicente Dávalos, que por esas fechas regenta la alcaldía molinense. Entran a trabajar 250 personas.

Carmosa sería con el paso del tiempo, una empresa llamada a ser de las primeras de España en el reciclado y fabricación de cartón y papel. Sobre un solar de 46.000 m2, comprado a los herederos del Conde de Heredia Spínola, en lo que posteriormente sería el Polígono Industrial El Tapiado, se edifican 16.000 m2 de naves industriales. En el establecimiento se preparan las secciones de taller mecánico, almacén de repuestos, mantenimiento eléctrico, recambios, lubricantes especiales, transformador, aire comprimido, adhesivos, caldera, depósito de fuel oil, almacén de papel, almacén de planchas, almacén intermedio, almacén de expedición, y expediciones. Entre la maquinaria se cuentan onduladoras, encoladoras y una gran caldera de generación de vapor. Se configura desde pronto como una de las papeleras líderes del país ya desde su nacimiento, con una extensión, plantilla y volumen de fabricación de enormes proporciones para la época. Tal es así, que fabrica casi dos kilos de cartón anuales por cada español, con 40.000 toneladas anuales fabricadas en 1980.

En el año 1990 vende por valor de 1.600 millones de pesetas (9,6 millones de euros). En 1998 llega a producir 76.000 toneladas de cartón con un montante de 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros). En 2001 llega a los 19 millones de euros. Esta empresa entra en dificultades a primeros de los 80 originadas por problemas laborales. En 1982 se produce la desaparición de la antigua sociedad, cuando se cuenta con 279 empleados. Queda entonces en propiedad de los trabajadores en régimen de cooperativa con el nombre de Cartonajes La Huerta SAL, quienes la perpetuarían hasta mediados de la primera década de los años 2000, fecha en que desaparece definitivamente dejando una huella imborrable en la historia industrial española. Su solar se convierte en zona de equipamientos del Ayuntamiento de Molina de Segura, mediante convenio de permuta urbanística de otro solar de uso deportivo donde se levantan las tres torres de El Panderón. Son derribadas las instalaciones en el año 2010, y un decenio más tarde se lleva a cabo un recinto municipal de eventos en el año 2020.