Cuando creíamos que era difícil de superar la ridiculez de algunas de las medidas y restricciones a las que nos están sometiendo las distintas administraciones y dirigentes municipales, regionales y estatales, para prevenir y atajar la propagación y contagio del covid-19, el Ayuntamiento de Molina de Segura nos sorprende con el cierre de las instalaciones deportivas y zonas de juego infantiles en todos los parques y jardines de la localidad.
Bien es cierto que hay un número importante de casos activos en dicho municipio y que debemos ser cautos, pero el argumento de evitar el contacto indiscriminado entre los menores genera muchas dudas a los padres. Esos niños que juegan alegremente en los columpios o hacen deporte al aire libre, corriendo y disfrutando del sol y de la libertad, son los mismos que religiosamente deben asistir a los centros educativos, permaneciendo 4 o 5 horas con otros 20 menores en aulas que, en su mayoría, no disponen del espacio suficiente para cumplir las medidas de distanciamiento social y en las que tarde o temprano se contagiarán o cuando menos, deberán aislarse por algún positivo cercano.
Parece mentira que el Consistorio molinense que comulga con nuestra ilustrada ministra de Educación, aquella que apelaba hace unos meses al derecho fundamental de los menores a ser educados, desdiga a la susodicha, aplicando esta nueva prohibición que está totalmente en contra del derecho al ocio. Por si no lo saben, dicho privilegio establece que el niño tiene derecho al esparcimiento, al juego y a participar en las actividades artísticas y culturales, por lo que debe garantizarse que todos, al menos, puedan tener la oportunidad de jugar, de tener un espacio y tiempo para el ocio.
¿Estimadas señoras, nos pueden aclarar entonces si los hijos son o no son de los padres?
Más que nada, porque si no pueden ir al parque, ni practicar deporte o en el peor de los casos, se contagian o deben estar aislados por prevención, desconocemos cómo actuar y tenemos muchas dudas. Necesitamos que nos doten de su sabiduría y buen hacer, ampliamente demostrado en la gestión de esta pandemia, para lo que les invitamos, si son tan amables, a que respondan a estas cuestiones:
¿Quién se van a responsabilizar de la guardia o tutela de los menores, o de su cuidado si enferman?
¿Quién va a vigilar que no tengan contacto con otros menores no convivientes?
¿Quién va a estar pendiente de que se conecten a sus clases online y cumplan con sus deberes?
¿Quién va a supervisar que lleven a clase todo el material necesario para garantizar las medidas higiénicas sanitarias? ¿Y quién va a sufragar este gasto?
¿Quién va a pagar ayuda externa para poder compatibilizar la vida familiar con la laboral?
¿Quién va a pagar la conexión a Internet o los medios tecnológicos para asistir a clase?
¿Quién va a vigilar o asegurar que acuden a sus centros educativos?
¿Quién va a hacerse cargo de los niños con necesidades educativas especiales, enfermedades crónicas o patologías previas, si no pueden garantizar su convivencia en esta situación extraordinaria?
PD: Les retamos a contestar a todas estas preguntas sin hacer alusión a los padres.
Somos Región/Somos Educación