Que el racismo mata es algo que lamentablemente la historia no ha dejado de enseñarnos, y este lunes, la historia se repitió en la localidad murciana del Puerto de Mazarrón. Los despreciables hechos sinsentido acontecidos y que llevaron a la muerte de Younes, y a la pérdida de un padre de familia y vecino de esta localidad, solo parecen tener una motivación: el odio irracional que tantas veces hemos escuchado y, que en la mayoría de casos se ha banalizado, hacia las personas de otros orígenes culturales o étnicos. La dolorosa realidad es que hoy, Younes está muerto, solo porque su procedencia era marroquí.
Han sido varios los actos de esta índole que hemos tenido que presenciar en todo el mundo durante la anualidad 2020, el asesinato de George Floyd en EE UU o la masacre de nueve personas en Hanau, Alemania, también en esta ocasión a manos de un hombre de mediana edad con licencia de armas y que no poseía antecedentes. En este último ejemplo además hay una clara similitud entre los autores por sus constatados pensamientos xenófobos y racistas. Todos ellos actos que nos vienen a acreditar el riesgo de criminalizar desde algunas posiciones políticas y sociales a los menores en situación de desamparo, a las personas inmigrantes y refugiadas, provocando un miedo hacia sus diferencias que origina racismo, xenofobia y discriminación.
El autor del asesinato de este lunes 14 de junio, pudo dejar frases como "no quiero moros aquí" o "qué haces sentada con estos moros de mierda" minutos antes de arrebatarle la vida a Younes. Se trata de comentarios que con seguridad hemos leído y escuchado en diversas ocasiones a través de redes sociales y medios de comunicación, sin prestarles la atención que merecen y sin posicionarnos en contra de los mismos con la contundencia que requieren comentarios xenófobos y racistas de este calado. Ante estos hechos no vale nuestro silencio.
Mientras sigamos banalizando las palabras y actos que deshumanizan a la población migrante o refugiada o que la discriminan por su origen cultural o étnico, o peor aún entre tanto creamos que esos estereotipos y la desinformación que nos llega son ciertos, estos hechos podrán volver a ocurrir en cualquier ciudad española, representando la peor de las muchas consecuencias negativas de la xenofobia y el racismo. Recordemos que el racismo, la discriminación, las desigualdades y la injusticia matan la convivencia, la cohesión social, la integración y el desarrollo. Y en ocasiones limites como la vivida en Mazarrón pueden llegar terminar con la vida, los anhelos y los sueños de un ser humano de forma irracional.
Solo apostando por el respeto a los derechos humanos, fomentando el valor positivo de la diversidad cultural y generando espacios que nos permitan convivir, espacios donde poder acercarnos los unos a los otros, conociendo nuestras riquezas como sociedad y haciendo nuestra la diversidad y nuestras las luchas ante la desigualdad, podremos conseguir una sociedad que no permita, ni por un instante, que el racismo, la xenofobia y la discriminación paseen a sus anchas entre nuestras calles. Solo así conseguiremos tener una sociedad donde nunca más tengamos que lamentar la muerte de Younes.
Fundación Cepaim