Retirada del cine, del teatro y, prácticamente, del mundo en su paraíso personal de Puntas de Calnegre, ha fallecido Margarita Lozano en Lorca, el 7 de febrero de 2022, cuando le faltaban apenas siete días para cumplir noventa y un años. Musa de tantos grandes creadores que, en cuanto la dirigieron, no quisieron a otra, mientras ella se les escabullía continuamente porque no quería ser de nadie, solo vivir libremente su pasión por actuar donde ella quisiera, en una época y en una profesión donde esto era harto difícil.
Nacida en Tetuán el 14 de febrero de 1931, destino militar del padre, pasó su infancia en Lorca donde tenía familia y, con apenas 19 años, marcha a Madrid para estudiar moda y diseño hasta que le llega el momento de desarrollar su verdadera vocación de actriz, conmocionando el teatro español de los cincuenta y sesenta con sus arriesgadas interpretaciones, de la mano de Miguel Narros, en Fedra, de Miguel de Unamuno o La señorita Julia, de August Stridberg. En la misma época inicia sus apariciones como actriz secundaria en alguna de las producciones más señaladas de nuestro cine, hasta que su participación en Viridiana (Luis Buñuel, 1961) y en Los tarantos (Rovira Beleta, 1963) la confirman como la gran actriz del cine de vanguardia en nuestro país y la consagran como tal en el exterior del mismo. A raíz de este hecho el gran productor de cine italiano Carlo Ponti la convence para que se instale en Italia y trabaje a las órdenes de Sergio Leone, Nelo Risi o el mismísimo Pasolini.
Los años setenta los dedica a su familia, viviendo en varios países prácticamente retirada de los escenarios y los platós hasta sus gran reentrada en los ochenta de la mano, sobre todo, de los hermanos Taviani, que la convertirían en su musa y le darían algunos de sus mejores papeles en películas como La noche de San Lorenzo o Good morning, Babilonia (1986), alternando sus triunfos en el cine italiano con su gloriosa vuelta al cine español, con su premiada interpretación en La mitad del cielo (Manuel Gutiérrez Aragón, 1986) y la colaboración con Juan Antonio Bardem para Televisión Española en Lorca, muerte de un poeta. Los ochenta son también la década de su vuelta a los escenarios de nuestro país de la mano, nuevamente, de Miguel Narros, con Largo viaje hacia la noche, de Eugen O´Neill.
A lo largo de la década de los noventa alterna trabajos y estancias en España cada vez más continuados hasta que con el comienzo del nuevo siglo decide instalarse para siempre en su apartada residencia azul de Puntas de Calnegre y dar fin a su carrera como actriz con la gira por los principales escenarios teatrales de nuestro país del montaje de La casa de Bernarda Alba, dando vida, para todos los que vieron su interpretación, a una inolvidable Bernarda Alba. Con esta pieza se despidió también de su público lorquino el 23 de marzo de 2007, un lienzo de este mágico momento, obra de Joaquín Castellar, cuelga desde entonces y para siempre en el hall del teatro Guerra como homenaje agradecido de la ciudad que tanto la admiró y la quiso. Descanse en paz, Margarita Lozano, nuestra gran dama de la escena.