Tras 3 días de competición, Carlos García ha superado el primer tercio del recorrido de la Yukon Arctic Ultra. Todavía le quedan unas 200 millas para terminar. Al último punto de control en Braeburn llegó en novena posición. En las primeras 56 horas de carrera solo ha dormido una hora y media. A veces camina con los ojos cerrados. Las bajas temperaturas condicionan mucho el descanso de los corredores. El frío es insoportable si dejas de moverte. Carlos ha tenido principio de congelaciones en las manos pero gracias a la medicación que transporta para ese caso no ha ido a más, de momento.
El terreno irregular, subir y bajar colinas, ha hecho que aparezcan pequeños dolores articulares en la rodilla izquierda.
Lleva esparadrapo en nariz y mejillas para evitar que se congelen. El agua la transporta entre el cuerpo y la ropa para evitar que se congele, pero aún así es difícil evitarlo.
En el pulka, trineo del que tiran para transportar los víveres y material, todo está helado. El material se rompe o deja de funcionar con suma facilidad, como es el caso de uno de los frontales de expedición. Ahora va con los de reserva.
El tiempo se hecha encima y es difícil mantener un ritmo constante por el frío y la dificultad de la orografía.
En todo momento Carlos García esta acompañado por Eduardo Linares, otro participante murciano y buen amigo. Entre ambos se inspiran aliento y motivación para poder continuar en unas condiciones climatológicas realmente duras. Ambos caminan juntos desde el comienzo de la competición y seguramente será así durante toda la prueba.
El siguiente objetivo es conseguir llegar al siguiente punto de control situado en el pueblo de Carnacks dentro del límite impuesto por la organización. El paso del tiempo nos dirá si lo consiguen.