Rafael Escudero Calmache, con su relato “El botón”, ganador del III Concurso de Microrrelatos “Una mina de palabras” dedicado al año de la pandemia  

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Rafael Escudero Calmache, con su relato “El  botón”, ganador del III Concurso de Microrrelatos “Una mina de palabras” dedicado al año de la pandemia   

El Ayuntamiento de La Unión entregará el próximo sábado 12 de junio los premios del III Concurso Regional de Microrrelatos “Una mina de palabras” que esta edición ha tenido como frase de inicio de las redacciones a concurso “ El año que paró el mundo…” y cuya extensión máxima ha sido de 250 palabras.

El jurado ha seleccionado como trabajos premiados de esta edición a:

1º premio, El botón, Rafael Escudero Calmache. Puente Tocinos, Murcia.

Vale de 150 euros a canjear en un comercio del municipio.

2º premio, Volver a sentirme libre, Juan Manuel Cegarra Pedreño. La Unión.

Vale de 75 euros a canjear en un comercio del municipio.

3º premio, Cumpleaños en confinamiento. María Rosa Álvarez Sánchez. La Unión.

Vale de 50 euros a canjear en un comercio del municipio.

4º premio,Otra vez aquí. Francisco Belmonte Castaño. Javalí Viejo, Murcia.

Vale de 30 euros a canjear en un comercio del municipio.

La concejala de Cultura, Elena Lozano, ha asegurado que esta tercera edición ha sido un éxito de participación ya que esta edición se ha abierto a todos los públicos, por lo que se han recibido numerosos trabajos a concurso, lo que demuestra que esta iniciativa cultural año tras año se podrá consolidar como una de las citas imprescindibles para los amantes de la escritura creativa en la Región de Murcia. El concurso “Una mina de palabras” se puso en marcha en 2019 para premiar el ingenio y la capacidad de la composición literaria de los escolares del municipio aficionados a la escritura en formato breve.

RELATOS GANADORES

1º premio, El botón, Rafael Escudero Calmache. Puente Tocinos, Murcia.

EL BOTÓN

El año que paró el mundo… la gente de aquella ciudad permaneció encerrada en sus casas y las calles quedaron vacías. Se podía oler a polen y a tierra en plazas y avenidas, y desapareció el olor a sudor y cuero gastado. Todas aquellas personas cerraron las ventanas, algunos incluso clavaron púas y pintaron cristales para no observar el exterior; decían que el que se atrevía a asomar la cabeza moría dos o tres días después arrastrando a sus familiares consigo.

Cuando la gente empezó a olvidar, cuando algunas mujeres se acostumbraron a parir en los dormitorios y cultivar verduras en el alféizar, se escuchó el sonido seco y entrecortado del motor de una vieja motocicleta. Los que pudieron asomarse a través de los sucios cristales vieron como un repartidor dejaba un paquete frente a cada puerta de cada comunidad de vecinos, casa o apartamento; el paquete iba a acompañado por una nota que indicaba “Importante”.

Fueron muchos los que miraron a través de mirillas o rendijas, algunos incluso se colocaron unos trapos húmedos en el gaznate y se atrevieron a medio abrir la puerta para alcanzar el paquete, pero sus pechos se aceleraban y tenían que abandonar su empeño. Pasaron los años, y las lluvias destruyeron los envases de cartón dejando entrever un objeto con un botón. Pasaron otros tantos años hasta que una tormenta de viento huracanado zarandeó los paquetes de un lado a otro y arrastró consigo una nota pegada al costado que indicaba: “Pulsar para que el mundo vuelva a girar”.

2º premio, Volver a sentirme libre, Juan Manuel Cegarra Pedreño. La Unión.

VOLVER A SENTIRME LIBRE

El año que paró el mundo fue el mismo en el que los seres humanos, quienes nos creíamos dioses, volvimos a ser colocados como mortales por la naturaleza, la que nos dio una dura lección. Nos dimos cuenta de lo importante que es ver a tus seres queridos, de abrazar, de tocar, de besar, de viajar, de no poder despedirte de tus fallecidos, de separar a parejas que viven en provincias distintas y sentir que sufren y no poder consolarlas con una caricia. Un año que sacó lo malo de unos pocos insolidarios pero más lo bueno de quienes se preocupan por el resto. También que con voluntad, esfuerzo, ilusión y sacrificio podemos remar juntos y salir adelante sorteando los obstáculos del camino. Ojalá que sirva para no tropezar de nuevo con la misma piedra y apreciemos lo que tenemos, sobre todo la salud y la libertad. Tengo que concluir como mejor sé, con poesía.

El año que paró el mundo

por todo lo que se ha dicho

fue cuando malvado bicho

nos dio trompazo rotundo

nosotros en un segundo

ya no éramos celestiales

volvimos a ser mortales

y sí, eso nos sorprendió

un mal virus nos mordió

con sus colmillos letales.

Pero nos sobrepondremos,

es nuestra naturaleza

aunque la buena cabeza

no por siempre la tendremos

con más fuerza lucharemos

por nuestros seres queridos

y estos estragos vividos

en nosotros quedarán

con fuego se grabarán

en humanos reconstruidos.

3º premio, Cumpleaños en confinamiento. María Rosa Álvarez Sánchez. La Unión.

CUMPLEAÑOS EN CONFINAMIENTO

El año que paro el mundo, 2020, frenó en seco nuestras vidas aceleradas, centradas en la acción. El 14 de marzo cambiamos nuestras rutinas diarias, y confinados (nueva palabra) en casa, aprendimos a teletrabajar, a vernos por videollamada, a salir sólo para lo imprescindible.

Era una nueva situación para todos, aunque yo, con 64 años, no sentía el encierro como los más jóvenes, y hoy 16 de abril de 2021, recuerdo un acontecimiento producido hace un año, que guardo con cariño como abuela.

Mi nieta, cumplía 13 años y estaba tristona porque no podía celebrarlo con amigos, ni con familiares, excepto los que somos convivientes. Todos intentábamos suplir las ausencias para animarla y arreglados porque era un día de fiesta, a las 20:00 h como cada tarde, salimos al porche a aplaudir a los sanitarios que luchaban contra la pandemia.

Al terminar el aplauso, un coche de la policía local de La Unión haciendo sonar las sirenas, se paró en nuestra puerta. Salieron los policías, se dirigieron a ella por su nombre, le preguntaron si era su cumpleaños y le agradecieron que se quedara en casa incluso en ese día, para evitar los contagios y ayudarnos a todos.

Finalmente, nos invitaron a todos los vecinos presentes a cantarle “cumpleaños feliz” y terminar con un aplauso. Todos lo hicieron aunque yo sólo pude cantar algunas palabras y aplaudir mientras secaba las lágrimas de emoción, que se me caían.

La pandemia me regaló esta preciosa experiencia, gracias a que 2020 paró el mundo.

4º premio,Otra vez aquí. Francisco Belmonte Castaño. Javalí Viejo, Murcia.

OTRA VEZ AQUÍ

 El año que paró el mundo pude hablar con calma, con mucha calma, con el inquilino que habita dentro de mí.

-¿Otra vez aquí?

*Sí, otra vez en el mismo sitio.

-Pero… ¿hemos aprendido algo?

*No sé, parece que muy poco.

Seguimos sumando cicatrices, represión, desconcierto, violencia y desigualdad.

El mundo se recompone en una habitación de hospital, ya no estarán todos sentados a la mesa, y el amor…, quiere respirar, pero… tímidamente, apenas brilla, dejando al descubierto la fragilidad y las frías noches de soledad.

La gran música, la que ilumina el corazón del hombre, suena en el coche y, a través del cristal, dibuja una estela de vivos colores la esperanza, ésa que, las miradas sinceras proyectan muy dentro.

Una lágrima se escapa, pero… continuamos el viaje a sabiendas de que no durará. Que lejos quedan las altas dunas de piedra negra y la belleza luminosa del atardecer rojizo portuario. Las ruinas del alma, preservadas durante siglos, custodian un corazón cansado que suena a contracorriente y nostalgia.

El frío invernal marchitó la flor de jazmín, y la lluvia, sutil, se desliza ahora por el cristal de un nuevo horizonte, mientras…, los sueños, ésos que aún están por soñar, nos recuerdan que todo arde bajo nuestros pies, aunque solo sea por una vez.

-¿Acaso tienes miedo?

*Un poco.

-Pero… no has aprendido nada?

*No lo sé, ¿a huir?, ¿a escribir en el agua para no herir?, ¿a inmunizarme ante la desolación y el dolor?, ¿a comer cada mediodía con las noticias de un mundo hostil, ¿a dormir con su calor y luego… despedir?

Creo que sí, ya nada será igual, pero… algo necesariamente hemos de aprender, que se puede luchar por las personas y también por ese estado personal donde ya casi nada queda en pie, y a pesar de todo, debemos continuar y seguir.

Se puede volver una y otra vez aquí, unas veces para simplemente vivir y otras para cambiar e invertir, porque con nuestro regreso, la belleza y el amor también volverán, permanecerán y continuarán siempre aquí.

Riiiiiiiiiiiiing… Las 7:00 de la mañana y la ciudad amanece con un sol radiante, la silueta de dos apasionados pseudohumanos se atisba a lo lejos, pronto llegarán… “otra vez aquí”, a la casa en ruinas que soy.

Rafael Escudero Calmache, con su relato “El  botón”, ganador del III Concurso de Microrrelatos “Una mina de palabras” dedicado al año de la pandemia    - 1, Foto 1
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