"Desde la llegada del coronavirus a España y, de forma más intensa, desde que se detectó el primer caso en la Región de Murcia, el Gobierno autonómico viene actuando, tomando decisiones y aplicando medidas que permitan frenar o, en su caso, ralentizar la propagación de este virus entre los habitantes de nuestra Comunidad. No permitiré más situaciones que puedan ponernos en riesgo".

Con estas palabras, Fernando López Miras tomó ayer una iniciativa valiente y en defensa de un principio tan básico e irrenunciable como es el de la salud de los que vivimos en esta tierra. Un paso decidido, sensato y que demuestra la gran categoría de un presidente, la que se forja en momentos tan críticos como los que estamos atravesando ahora.

A años luz de ese acierto realista y a la altura de las circunstancias demostrado por el Jefe del Ejecutivo murciano se hallan las sombras y chapuzas del plan de choque que con harto retraso puso en marcha el Gobierno de Pedro Sánchez para afrontar la pandemia del coronavirus que asola España. Tarde y mal de un protocolo sanitario el emprendido por el inquilino de la Moncloa, con fallos mil y desastrosas consecuencias en los planos sanitario, social y económico que han desembocado en el estado de alarma activado hoy. No se cogió el toro por los cuernos, las medidas devinieron insuficientes y se fue a remolque, al rebufo del inmenso problema, sin estrategia, adoleciendo de criterio claro y con una transparencia que en el ámbito informativo, por poner un ejemplo palmario, dejaba muchísimo que desear. No hubo iniciativas, es decir, el Ejecutivo de la Nación no se adelantó al problema ni actuó con una previsión ágil.

De mal a peor en el tratamiento de una crisis de magnitud desbocada y descomunal que en un principio Pedro Sánchez calificó errónea y ciegamente de "contención", una situación que al Gobierno socialpodemita le vino grande.

El resultado visible hoy día es un pandemonium que a corto plazo va a acarrear no pequeños perjuicios laborales, económicos y de solvencia de imagen de un país sumido en el caos merced a la pésima praxis de este Gobierno nacional. Y de impecable cabe definir la rigurosa labor de los hombres y mujeres de la Sanidad de nuestro país trabajando en silencio y con notable profesionalidad.

Ante desafíos como el del coronavirus se ve hasta dónde alcanza la talla de nuestros gobernantes nacionales, de si responden acertadamente ante la prueba de las adversidades. Y muchos de ellos lo que han ofrecido han sido unas tremendas dosis de ineficacia, irresponsabilidad e incompetencia. Hay que solucionar de verdad las cosas y eso se llama gestionar el bien común, el destino de la sociedad española, evitando daños humanos y económicos.

Repetimos, TARDE y MAL, Presidente Sánchez.