El rodaballo al azafrán, el arroz con bogavante, el solomillo de ibérico con setas de temporada confitadas, los huevos de codorniz bien hechos o el suflé de melocotón son manjares que toman carta de naturaleza propia en Las Torres de Cotillas merced a una familia que a fecha de hoy cumple treinta años de actividad en el ramo de la hostelería. Me refiero a esa generación de creadores culinarios donde al sello de la tierra le dan ese toque innovador de marca personal que hacen de los fogones templos del buen gusto y del paladar exquisito.
Los Fernández-Morell-Cantero son los timoneles del Mesón "Doña Parranda" de Las Torres de Cotillas, ese céntrico establecimiento ubicado en el número 6 de la emblemática Plaza Mayor de la localidad, donde al rico sabor de la labor gastronómica emprendida por esta familia entrañable se añade el trato cordial, cercano y de experimentado saber y criterio a la hora de recomendar una carta de platos con la que el cliente, recibido como si estuviera en su casa, sale gratamente satisfecho.
Con esos ingredientes esta saga de emprendedores torreños son un admirable ejemplo de laboriosidad al frente de un negocio que genera puestos de trabajo, renombre regional -y más allá de ese ámbito incluso- para el municipio torreño en lo que a cocina de la buena se refiere –y ahí brilla como ejemplo un rimero de premios conseguidos en certámenes y rutas de la tapa- y lo que es más esencial, una escuela de humanidad donde la experiencia y los valores de la campechanía y la nobleza de su carácter son su más acreditada tarjeta de presentación al mundo mundial.
Con "Doña Parranda" los placeres de la vida llegan al paladar. Con estos torreños de pro lo bueno siempre está servido. Feliz treinta aniversario y a seguir cumpliendo metas de amplio y positivo horizonte.
Juan José Ruiz Moñino