Más allá de lo que pueda pontificar el diccionario al uso o los estatutos de cualquier hermandad, un cofrade que dé ejemplo es aquel que aporta lo más de sí para mejorar, engrandecer el acontecimiento magno y multitudinario en el que se da cita, la Semana Santa como tal, poniendo en su más intenso valor las condiciones para hacer de los desfiles procesionales, además de majestuosidad, significado y vida renacida, un excelente catecismo de solemnidad, recogimiento y sobre todo mensaje de humanismo cristiano a carta cabal.
La labor de un cofrade modélico pasa por lograr incardinar año a año el significado pleno de una Semana Santa singular en el ámbito social del que emana su componente humano de penitentes, nazarenos, costaleros,... cargados de generosidad, voluntad, sincera devoción,..., esto es, en la vida pública del municipio y colaborar en todos los sentidos para ofrecer a la ciudadanía la percepción que se merece un despliegue de mensaje de perfección humana como el que reviste las manifestaciones pasionarias en las calles.
Ante todo no entra en el magín cofrade descuidar ese acercamiento al pueblo que la Semana Santa debe tener porque la vena de la gente, hombres y mujeres son los que propagan por el nervio vital de la localidad el simbolismo de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
La relevancia social de las cofradías torreñas en el municipio debe seguir estando presente, siendo una realidad en facetas además de motor económico de la actividad productiva de la localidad mostrando la garra, la fuerza de unas gentes que hacen de la extraordinaria emoción, de la más honda y antigua tradición, escenario de lo que somos capaces de mover y hacer en esta Villa.
Y en este sentido son legión las personas de ese microcosmos cofrade que reflejan en su entrega, en su vitalismo sin pausa el trabajo, el empuje de la fe de todo un pueblo que canaliza en la Semana Santa ingentes dosis de sentimiento, arte, historia, lenguaje salido del corazón en loor de plegaria. Me refiero a hombres y mujeres con los que no somos pocos los que vivimos codo con codo el intríngulis de preparar al más mínimo detalle unos desfiles primorosos donde tronos e imágenes mecidos al compás de cofrades marcan el palpitar de la religiosidad popular de Las Torres de Cotillas.
En suma, torreños que representan como nadie el carácter cofrade haciendo fe y pueblo, devoción y participación ciudadana. Torreños ejemplares, en todos los órdenes de la vid, cofrades catalogados a los ojos de sus convecinos por lo mucho y bueno que hacen en sentimiento de fiel tradición.
Y esa categoría es la que el pasado sábado, 23 de marzo, el Cabildo vino a reconocer, a tributar como homenaje, y lo hizo en esos referentes del mundo cofrade torreño, de esos siete presidentes (Manuel Fernández Vicente, Pedro Verdú Fernández, Andrés Jiménez Dólera, Bernardino Sánchez Gil, Juan Pérez López, Miguel Bermúdez Soler y José Sánchez Vidal) que tuvo la institución rectora pasionaria en cinco décadas de actividad, siete hombres que han sido punta de lanza de lo que las cofradías han hecho u siguen haciendo por una Semana Santa, la nuestra, que es bella expresión de fe, de una fe que se hace arte, silencio, procesión, secuencia de penitentes y de multitudes contemplando el paso de Dios por las calles y sus vidas.
El pasado 23 de marzo se homenajeó a siete prohombres que, desde su puesto al frente del Cabildo de Cofradías, han canalizado esa fuerza desbordante de pasión, de fe que se propaga como escaparate inmenso, masivo, multitudinario de un alma creyente por las calles torreñas. En suma, una cultura modelada por generaciones de hombres y mujeres que hacen profesión pública y participativa de fe y orgullo de pertenencia a un pueblo que sabe vibrar como ninguno.
Este fin de semana se reconoció el trabajo de siete hombres que han arrimado el hombro por hacer realidad una Semana Santa que nos proyecta a la Región como un municipio con sabor claro y amor por lo bien hecho, ello con sentimiento y fuerza interior y pública a partes iguales.
Y con este homenaje se hizo antes que historia una semblanza de sentimientos y emociones encontradas.
Y es que tal fecha como hoy pero de hace 50 años nació la Unión Superior de Cofradías, nombre originario del actual Cabildo torreño, una institución cuya trayectoria arranca en los prolegómenos de la Semana Santa de 1969, año en el que las procesiones de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo discurrían por las calles Mayor, Reyes Católicos, Campo y Mula.
Es así que hace cinco décadas echaba a andar una entidad que integraría a las cofradías pasionarias de la localidad –en aquellos orígenes cinco eran las Hermandades integrantes (Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Entierro de Cristo, San Juan Evangelista, Virgen de los Dolores, Santa Mujer Verónica y Santísimo Cristo de la Caída y Santísimo Cristo Crucificado)-.
Al frente de lo que por aquel entonces –y hasta la década de los 80- se llamaría Unión Superior de Cofradías sería elegido por unanimidad Manuel Fernández Vicente presidiendo un equipo que contaría como Tesorero con Pedro Verdú Fernández y en calidad de Mayordomos a Antonio Contreras Balsalobre (en representación de la Cofradía de San Juan Evangelista), Juan Antonio Fernández Balanza (Santísimo Cristo Crucificado), Catalina Férez Rosauro (Virgen de los Dolores), Antonio Contreras Jiménez (Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Entierro de Cristo) y Joaquín Ruiz García (Santa Mujer Verónica y Santísimo Cristo de la Caída).
En posteriores fechas el Cabildo incorporaría a su Junta Directiva tres nuevas cofradías, serían las del Cristo Resucitado y San Pedro y Nuestra Señora de la Piedad –ambas fundadas en 1980- y la del Santísimo Cristo de la Flagelación, creada diez años después.
El balance que el Cabildo Superior de Cofradías de Las Torres de Cotillas (Murcia) ha ofrecido desde su fundación es inmenso y digno de reseñar, acometiendo en esta ejecutoria de cincuenta años diversos planos de actuación. Desde la preservación, promoción y engrandecimiento de la Semana Santa hasta la planificación/organización de la labor de las distintas cofradías en aras al mantenimiento y crecimiento de su patrimonio artístico y humano (como botones de muestra, la restauración e incorporación de nuevas tallas y tronos y la creciente participación de los jóvenes en el buen desarrollo y presencia en los desfiles procesionales) mediante la regulación de su funcionamiento interno merced a estatutos acordados al efecto. Los esfuerzos de este Cabildo por proyectar al máximo nivel la Semana Santa local no quedan aquí.
El cometido de la más alta institución pasionaria torreña también ha alcanzado el objetivo de hacer realidad iniciativas de gran calado y de referencia incluso en el contexto de nuestra Región. Con ánimo constructivo, el Cabildo Superior de Cofradías de Las Torres de Cotillas (Murcia) ha espoleado conciencias, ánimos y propósitos en pro de que nuestros desfiles religiosos unan a un pueblo. Con esta filosofía se puso en marcha en 2017 la procesión infantil de la Semana Santa con lo que conllevará esta apuesta de involucrar desde la base a las jóvenes generaciones en lo que supone un relevo, savia nueva como clave de continuidad, de pervivencia del magno acontecimiento de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor mostrado como catecismo visual en las calles de nuestro municipio.
No menor desvelo pondría el Cabildo en crear algo excepcional, pionero, único en nuestra tierra murciana como sería la Muestra de Dioramas (Maquetas) de la Pasión de Cristo que, ubicada en la planta baja de la que fuera Casa Consistorial hasta 2011y siendo un dechado de virtuosismo al detalle en cuanto a pasajes, volúmenes y figuras del Nuevo Testamento obra de nuestro paisano y cofrade desde su infancia José Antonio Egea Sandoval, es candidata hoy a la declaración de Bien de Interés Cultural que concede el Gobierno autonómico.
Otro de los sueños logrados por el Cabildo es su Exposición Permanente de la Semana Santa torreña situada también en los bajos de la también su sede, el citado edificio del antiguo Ayuntamiento, en sí un Museo que recoge la huella, los recuerdos y los elementos artísticos, ornamentales y de gran carga etnográfica y, cómo no, sentimental de todo aquello que representa un símbolo de las ocho cofradías pasionarias locales.
La institucionalización de las figuras del Pregonero de la Semana Santa y del Nazareno del Año -desde 1983 la primera distinción, y a partir de un año después la segunda-, la creación en 2017 del título de Cofrade de Honor, la ofrenda anual al Monumento al Nazareno –esculpido en 2015 por el imaginero murciano Jesús Calero- en homenaje a los cofrades ausentes, el impulso a la Tamborada, la edición y distribución del cartel anunciador de la Semana Santa por domicilios, establecimientos comerciales, empresas y entidades del municipio, la convocatoria también todos los años del certamen de dibujo para diseñar el póster que publicita la procesión infantil y en la que concursan gran número de escolares de hasta 16 años de edad al igual que en certámenes de pintura y manualidades, las jornadas de convivencia cofrade, la programación de los Encuentros-Festivales de Bandas Pasionarias venidas de toda la Región, la participación en la Cabalgata de los Reyes Magos con la figura del Ángel de la Anunciación, el traslado de la Patrona la Virgen de la Salceda desde su Ermita del Coto al casco urbano en el marco de las Fiestas Mayores en su honor y la difusión de los desfiles pasionarios en los medios de comunicación de ámbito regional y hasta nacional son otros de los hitos que cuentan como logros perdurables de medio siglo de andadura de un Cabildo que, preparado para afrontar los retos del futuro inmediato con las suficientes dosis de realismo y vitalidad, pretende reflotar en toda su plenitud de buque insignia y banderín de enganche de nuevas hornadas de jóvenes su primera creación y cortejo como viene a ser el legendario Tercio de Romanos.
Enhorabuena por esas bodas de oro del Cabildo Superior de Cofradías de Las Torres de Cotillas.
Juan José Ruiz Moñino.