El Museo de Arte Ibérico El Cigarralejo, en Mula, dependiente de la Consejería de Educación y Cultura, reúne en la exposición '¡Qué vienen los Reyes! Juguetes de cartón y papel' más de 200 objetos de papel, cartón y papel maché, cedidos por 20 socios de la Asociación de Amigos del Museo de Arte Ibérico el Cigarralejo (Asamic).
Hasta el próximo 31 de enero se podrá ver en la sala temporal del museo una variada muestra, en la que se pueden encontrar los tradicionales libros de cuentos troquelados; libros de cuentos que al abrirlos en 360° se convierten en una granja, en un castillo de hadas, una selva tropical, casas de muñecas de todo tipo o un parque de atracciones; barajas antiguas o raras; o colecciones de álbumes de cromos, algunos de ellos muy antiguos.
Los socios de Asamic también han cedido para esta exposición muñecas recortables con sus vestidos, maquetas, juguetes japoneses de papel y origamis, belenes y calendarios de adviento, marionetas de papel maché y caretas antiguas para carnaval, entre otros objetos.
El museo
El museo está dedicado a la exhibición de la colección arqueológica procedente de la necrópolis de El Cigarralejo. A través de un recorrido de diez salas, se exponen 80 ajuares funerarios completos ordenados por orden cronológico. Simultáneamente, cada una de ellas está dedicada a uno de los principales temas socioculturales del mundo ibérico.
El yacimiento se encuentra a unos cuatro kilómetros de Mula y presenta la particularidad de tratarse de uno de los pocos asentamientos ibéricos en los que se conocen de forma simultánea el poblado, la necrópolis y el santuario. Está ubicado en un cruce de caminos que enlaza con otras estaciones ibéricas del entorno, como el Cabezo del Tío Pío (Archena) o Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla), vía Yéchar.
Los ajuares recuperados allí son muy variados. Están compuestos básicamente por herramientas y útiles empleados en la vida cotidiana como, por ejemplo, recipientes cerámicos, aperos de labranza, o relacionados con la industria textil y el curtido de las pieles, objetos de adorno y de prestigio, y armas. El estudio de todos ellos aproxima al visitante a cómo fue la actividad diaria en el poblado, del que aún hoy se aprecian en superficie el trazado de los muros de las viviendas y restos de la muralla que debió de protegerlo en caso de peligro.