Honduras vive una situación migratoria sin precedentes

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Honduras vive una situación migratoria sin precedentes

Desde enero de 2022 hasta principios de agosto de 2023, 384.978 personas han transitado irregularmente por territorio hondureño, lo que supera en 20 veces la cantidad durante 2021, según el Instituto Nacional de Migración.

Acción contra el Hambre, como colíder del Consorcio LIFE-Honduras, brinda asistencia humanitaria en forma de saneamiento e higiene, protección a la niñez, detección y tratamiento de la desnutrición, salud y protección social por medio de transferencias monetarias multipropósito, en y fuera de albergues temporales para migrantes.

La situación migratoria en la frontera sur de Honduras se ha recrudecido hasta alcanzar cifras récord este verano. Las crisis políticas, la violencia, la falta de medios de subsistencia y el hambre han incrementado los desplazamientos de personas de sur a norte, rumbo a Estados Unidos u otros países latinoamericanos, a un ritmo que exige una respuesta inmediata y un mayor esfuerzo por parte de Estados e instituciones en la financiación de la respuesta humanitaria a esta crisis.

A pesar de los numerosos riesgos a los que se enfrentan las personas que atraviesan esta ruta migratoria, Honduras se ha consolidado como territorio de tránsito para migrantes provenientes de Sudamérica, el Caribe e incluso otros continentes. Desde el 1 de enero hasta el 6 de agosto de este año, 196.120 personas han ingresado irregularmente en Honduras. La mayoría (137.304) provenían de Venezuela, seguidos por Cuba (92.950), Ecuador (50.537), Haití (31.300), Colombia (6.887) y China (6.858), entre más de 140 nacionalidades.

“Salimos el 6 de febrero, empezó la travesía, pero cuando llegamos a la selva del Darién… solo con acordarme me dan ganas de llorar, es feo, no lo volvería a hacer, ni le deseo a nadie lo que nosotros vivimos: cargar con nuestros hijos, ver muertos, pasar hambre, tomar agua del río porque no hay más, es triste”, cuenta Jackeline Cedeño, procedente de Ecuador.

En total, 48.953 personas ingresaron a Honduras tan solo el pasado julio, cuatro veces más que en el mismo período de 2022, cuando se registraron 11.895. Además, es importante tener en cuenta que un gran número de entradas de migrantes no se reflejan en las estadísticas oficiales, por lo que podrían ser muchas más.

Además del aumento generalizado de desplazamientos, preocupa el incremento en el número de familias con menores en movilidad. Muchos de estos niños y niñas, especialmente ecuatorianos y haitianos, llegan a Honduras en condiciones nutricionales delicadas, lo que subraya la urgencia de proporcionarles cuidados especiales. Por eso, Acción contra el Hambre, como colíder del Consorcio LIFE-Honduras, brinda asistencia humanitaria para detectar y tratar la desnutrición infantil entre los menores en desplazamiento, entre otras actividades.

Este año, 9.537 niños y niñas menores de 5 años se beneficiaron en Honduras de nuestras evaluaciones nutricionales y entregas de suplementos alimenticios, mientras que 233.205 personas fueron atendidas en puntos de hidratación, donde se les entregó agua segura y pudieron acceder a instalaciones de saneamiento.

Precisamente entre las necesidades principales identificadas están el suministro de agua, saneamiento e higiene, con una urgente necesidad de baños y puntos de aseo e hidratación, así como el refugio y la falta de alimentos.

Mientras el número de migrantes y las necesidades humanitarias no hacen más que crecer, los fondos destinados a esta respuesta no siguen esa tendencia. Es urgente revertir la actual disminución de presupuestos para que esta no afecte la cobertura, diversidad y calidad de la asistencia humanitaria que es necesario brindar para que las personas que se ven abocadas a desplazarse no sean aún más vulnerables ante abusos, violencia, trata y extorsión.

¿A qué se debe el aumento en desplazamientos?

En América Latina y el Caribe, los flujos migratorios mixtos representan una realidad dinámica y entrelazada, donde muchos países desempeñan simultáneamente el rol de punto de origen, tránsito o incluso destino y retorno para personas desplazadas.

En la base de esta tendencia creciente en los flujos migratorios están el empeoramiento de las condiciones de vida, ya que la pobreza y el hambre vienen aumentando desde hace años, y se han agravado a raíz de crisis muy profundas como la desatada por la pandemia, que ha impactado en los sistemas productivos, económicos y sanitarios de los distintos países de la región, o la crisis del coste de la vida provocada por la guerra en Ucrania, cuyo efecto inmediato en la región ha sido el aumento del precio de los alimentos, y de los costes de producción agrícola.

Todo esto aumenta las vulnerabilidades de las personas y reduce la capacidad de las familias latinoamericanas para hacer frente a las nuevas crisis que se presentan, obligándolas a adoptar estrategias cada vez más críticas. Entre ellas está, sin duda, la migración, que cuando se hace de forma irregular supone exponerse a un viaje lleno de peligros, además de la pérdida de conexiones con sus comunidades de origen, sus hogares y medios de vida.

La mayoría de las personas que se ven abocadas a migrar, viajen o no en familia con menores, lo hacen motivadas por la falta de oportunidades de empleo en sus países. A este motivo le siguen que los ingresos recibidos cuando sí se trabaja son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas, especialmente cuando se trata de familias monoparentales lideradas por mujeres, así como para poder ofrecer mejores oportunidades de futuro a sus hijos e hijas.

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