El martes te contaba la historia de huida de Nyeritea Kay Nakney y su familia.
Una historia que se repite a diario en las últimas semanas donde miles de personas han tenido que abandonar sus hogares en Sudán del Sur a causa de las fuertes inundaciones.
Pero no es algo nuevo. Sudán del Sur es un país de fuertes contrastes que sufre las consecuencias del cambio climático desde hace mucho tiempo. Sequía e inundaciones marcan la vida de sus habitantes desde hace cuatro años.
Este es el caso de Nyayiel Riek Jal Wuor, la mujer de la foto. Huyó de su aldea con sus hijos hace dos años y desde entonces viven en el asentamiento de Bentiu, una localidad al norte de Sudán del Sur, cerca de la frontera con Sudán donde están llegando nuevas personas en busca de refugio.
Las inundaciones se llevaron por delante su cabaña, anegando las cosechas donde trabajaba y con las que alimentaba a su ganado.
Desde aquel momento, Nyayiel Riek y sus cuatro hijos son desplazados internos. Están lejos de casa.
Las condiciones extremas del clima significan, para madres como Nyayiel, viajar largas distancias para encontrar terreno seco, poniendo en riesgo su integridad y la de sus hijos.
La situación en Sudán del Sur es crítica.
La extrema sequía que asola el país durante la mayor parte del año mata a gran parte del ganado e impide prosperar las cosechas.
Por su parte, las intensas temporadas de lluvias provocan inundaciones que arrasan repentinamente hogares, cultivos y carreteras.
La situación ha derivado en una terrible crisis alimentaria en la que más del 20% de la población sufre desnutrición.
Como consecuencia, cada día, miles de personas se desplazan dentro del país, la mayoría mujeres y niños, para sobrevivir.
A esto se le suma la llegada de nuevas familias refugiadas desde el vecino Sudán por el conflicto armado que estalló allí en abril. Paradójicamente, muchas de las personas que regresan son de origen sursudanés que habían huido previamente a Sudán en busca de una vida mejor.
Ahora, el camino lo hacen en sentido contrario y vuelven a casa huyendo de la guerra. El problema es que se encuentran con tierras inhabitables a causa de las inundaciones y con una pobreza extrema.
Para estas familias, la única esperanza es que ACNUR está allí para protegerlas y darles asistencia.
Además de proporcionarles refugio, agua, alimento, asistencia médica y apoyo psicológico, ACNUR junto con sus socios trabaja a contrarreloj para reforzar los diques de contención en asentamientos como el de Bentiu.
Como podrás imaginar, ante circunstancias excepcionales, los gestos extraordinarios son vitales.
Nyayiel Riek no eligió ser desplazada interna. Tú sí puedes elegir ayudarla hoy.
Entre todos podemos hacer mucho.