La creciente cifra pone de manifiesto el fracaso mundial a la hora de abordar las causas del desplazamiento y dar soluciones a largo plazo para los niños y niñas desplazados, según advierte UNICEF ante el próximo Día Mundial del Refugiado (20 de junio)

A finales de 2022, una cifra récord de 43,3 millones de niños y niñas vivían en situación de desplazamiento forzado, según estimaciones de UNICEF, muchos de ellos y ellas durante toda su infancia.

El número de niños y niñas desplazados forzosamente de sus hogares se duplicó en la última década, superando los esfuerzos por incluir y proteger a los niños y niñas refugiados y desplazados internos. La guerra en Ucrania ha obligado a más de 2 millones de niños y niñas a huir del país y ha desplazado a más de 1 millón de niños y niñas dentro de Ucrania.

"Durante más de una década, el número de niños y niñas forzados a huir de sus hogares ha aumentado a un ritmo alarmante, y nuestra capacidad mundial para responder sigue estando bajo una gran presión", ha dicho la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell. "El aumento está en consonancia con la constante embestida de conflictos, crisis y desastres climáticos en todo el mundo. Pero también pone de manifiesto la insuficiente respuesta de muchos gobiernos para garantizar que todos los niños y niñas refugiados y desplazados internos puedan seguir aprendiendo, mantenerse sanos y desarrollar todo su potencial”, ha agregado.

De los 43,3 millones de niños y niñas desplazados forzosos a finales de 2022, casi el 60% (25,8 millones) fueron desplazados internos por conflictos y violencia. El número de niños y niñas refugiados y solicitantes de asilo también alcanzó un nuevo récord de 17,5 millones, una cifra que ni siquiera incluye a los nuevos desplazados en 2023, incluso por el conflicto en Sudán. UNICEF calcula que, hasta la fecha, más de 940.000 niños y niñas se han visto forzados a desplazarse a causa del conflicto. Además, los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones de Pakistán y la sequía del Cuerno de África, provocaron otros 12 millones de desplazamientos de niños y niñas a lo largo de 2022.

Los niños y niñas desplazados internos y refugiados suelen estar entre los más vulnerables. A muchos se les niega el acceso a la educación y la atención sanitaria, no reciben la vacunación sistemática y no pueden acceder a la protección social.

Para muchos niños y niñas, el desplazamiento es cada vez más prolongado. La mayoría de los niños desplazados hoy pasarán toda su infancia desplazados. Se prevé que los desplazamientos causados por el clima aumenten rápidamente si no se toman medidas urgentes para mitigar el calentamiento global y preparar a las comunidades que viven en primera línea de la crisis climática.

"Se necesita una mayor voluntad política para hacer frente a las causas de los desplazamientos y proporcionar soluciones a largo plazo para los niños y niñas que se desplazan (…) Un número récord de niños refugiados, migrantes y desplazados -que, si lo comparamos a la población mundial, podría ser la de Argelia, Argentina o incluso España- exige una respuesta acorde. Hemos visto un cambio sostenido cuando los gobiernos invierten adecuadamente en la inclusión de los niños y las familias desplazadas. Trabajando juntos, podemos mantenerlos seguros, sanos, aprendiendo y protegidos", ha advertido Russell.

UNICEF hace un llamamiento a los gobiernos para que no dejen a ningún niño atrás y se trabaje para:

Reconocer a los niños y niñas refugiados, migrantes y desplazados como niños ante todo, con derechos a la protección, la inclusión y la participación.

Proporcionar vías seguras y legales para que los niños se desplacen, busquen asilo y se reúnan con sus familias.

Garantizar que ningún niño sea detenido debido a su situación migratoria o devuelto sin garantías, a menos que se haya determinado que la devolución responde al interés superior del niño.

Reforzar los sistemas nacionales de educación, sanidad, protección de la infancia y protección social para incluir a los niños desplazados sin discriminación.

Invertir en sistemas nacionales de protección de la infancia para proteger mejor a los niños desplazados que corren el riesgo de sufrir explotación y violencia, especialmente los niños y niñas no acompañados.

Escuchar a los niños desplazados e implicarlos de manera significativa en la búsqueda de soluciones que sean sostenibles e integradoras y que puedan ayudarlos a desarrollar todo su potencial.