UNICEF y sus aliados en Madagascar están trabajando con urgencia para apoyar a unas 75.000 personas, incluidos unos 37.500 niños, que necesitan ayuda humanitaria tras el devastador impacto del ciclón Batsirai, que azotó el sureste y el centro de la nación insular el sábado. Los últimos informes sugieren que 13 niños han perdido la vida.
Junto con el gobierno, las agencias hermanas de la ONU y otras ONG aliadas, los equipos de UNICEF en el terreno, con base en las áreas afectadas, están evaluando actualmente el alcance de los daños y estudiando qué necesidades deben abordarse mientras ya se encuentran respondiendo a las más apremiantes.
El representante de UNICEF en Madagascar, Jean Francois Basse, que forma parte del equipo de evaluación, ha explicado que los servicios sociales se han visto particularmente afectados por el ciclón. "Docenas de escuelas y centros médicos han sido dañados o destruidos por Batsirai, lo que afecta directamente a la vida de los niños", ha dicho. "Al responder a esta emergencia debemos abordar las necesidades inmediatas, pero también planificar a largo plazo reconstruyendo mejor, incluso con edificios más resistentes".
Entre las necesidades más apremiantes se encuentran el suministro de agua potable y saneamiento adecuado para evitar brotes de enfermedades por patógenos presentes en el agua, además del suministro de medicamentos, alimentos, utensilios de cocina y otros artículos domésticos básicos para la supervivencia. Las transferencias de efectivo también pueden utilizarse para apoyar la reconstrucción y el restablecimiento de los servicios sociales básicos, como la educación y la protección infantil.
El número de muertos tras el paso de Batsirai asciende actualmente a 30 y son más de 70.000 las personas desplazadas o sin hogar, la mitad de las cuales son niños. Es probable que estas cifras cambien ya que varias áreas siguen siendo inaccesibles. Muchos de los desplazados fueron trasladados a refugios administrados por el gobierno antes del paso del ciclón. UNICEF colocó suministros de emergencia en zonas de riesgo mientras trabajaba en estrecha colaboración con la oficina nacional de gestión de desastres de Madagascar.
"Nuestros equipos en el terreno están trabajando mano a mano con los aliados gubernamentales para ayudar a los más afectados por esta crisis", ha dicho Basse. "Con un daño que afecta a un área tan grande debemos asegurarnos de que haya equidad en la respuesta y que nadie se quede atrás".
Madagascar ya enfrentaba una gran sequía en el sur del país y los efectos de la tormenta tropical Ana, que azotó la isla semanas antes. En un país donde el 77 por ciento de la población vive con menos de 1 dólar al día, las tensiones adicionales creadas tras el paso de Batsirai están llevando al límite las capacidades de respuesta, además de colocar a las personas vulnerables en un riesgo aún mayor.
"Todavía no sabemos realmente el alcance de esta crisis", ha dicho Basse. "Pero está claro que reconstruir vidas e infraestructura requerirá intensos esfuerzos".