Un nuevo informe Naciones Unidas revela la necesidad urgente de invertir en el fortalecimiento de los sistemas de datos para monitorizar la salud y la mortalidad de niños y recién nacidos en países de ingresos medios y bajos, dos tercios de los cuales no han contado con datos de mortalidad veraces en los últimos tres años.
El mundo sigue estando muy lejos de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para poner fin a las muertes evitables de recién nacidos y niños y niñas menores de cinco años, según las últimas estimaciones publicadas hoy por el Grupo Interinstitucional de Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (UN IGME, por sus siglas en inglés).
Según el informe, más de 50 países no alcanzarán el objetivo de mortalidad de niños y niñas menores de cinco años para 2030, y más de 60 países no lograrán la meta de mortalidad neonatal si no se adopta una acción inmediata. Los ODS reclaman el fin de las muertes evitables de recién nacidos y niños y niñas menores de 5 años; todos los países deberían tener una tasa de mortalidad neonatal de 12 o menos muertes por cada 1.000 bebés nacidos vivos, y una tasa de mortalidad de niños y niñas menores de cinco años de 25 o menos muertes por 1.000 nacidos vivos, para 2030.
El informe establece que más de 5 millones de niños y niñas murieron antes de su quinto cumpleaños solo en 2020, junto a 2,2 millones de niños, niñas y jóvenes de entre 5 y 24 años.
"Todavía estamos perdiendo demasiadas vidas jóvenes por causas en gran parte prevenibles, a menudo debido a sistemas de salud débiles y subfinanciados que han sufrido una enorme presión por la pandemia. Y la carga de estas muertes no se lleva por igual en todo el mundo. Los niños en África subsahariana y el sur de Asia continúan enfrentándose al mayor riesgo de muerte en el mundo y soportando la peor parte de esta carga de mortalidad infantil", ha señalado el director adjunto dela Unidad de Datos y Análisis de UNICEF, Mark Hereward.
"Si vamos a lograr los ODS de mortalidad infantil en todos los países, debemos redoblar los esfuerzos para garantizar el acceso a una atención eficaz y de alta calidad, junto a la expansión continua de la cobertura de las intervenciones que salvan vidas", ha añadido.
El informe de UN IGME también pone de manifiesto que los datos recientes y fiables sobre la mortalidad de niños, niñas, adolescentes y jóvenes siguen sin estar disponibles para la mayoría de los países del mundo, particularmente los de ingresos bajos, y la pandemia de COVID-19 ha planteado desafíos adicionales para mejorar la disponibilidad y calidad de los datos. Solo unos 60 países, principalmente de ingresos altos, tienen un sistema de registro civil y estadísticas vitales que funciona correctamente y genera datos de mortalidad oportunos y de alta calidad.
En los países de ingresos medios y bajos persisten enormes lagunas de datos: dos tercios (97 de 135 países) no han contado con datos fiables sobre mortalidad en los últimos tres años. Asimismo, la pandemia de COVID-19 ha planteado más desafíos para la recogida de datos y ha puesto de relieve la necesidad urgente de completar los vacíos de datos.
"Los países deben invertir en servicios de salud de calidad, nutrición y otras intervenciones que salvan vidas para mujeres y niños, con objeto de garantizar que los logros obtenidos con tanto esfuerzo en la lucha contra la mortalidad infantil no se pierdan y para cumplir con los ODS", ha valorado el gerente de Práctica mundial de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial, Feng Zhao. "El Banco Mundial sigue comprometido a ayudar a los países de ingresos medios y bajos para mejorar los resultados en salud de mujeres y niños, así como acelerar la reducción de la mortalidad infantil, incluyendo alianzas como el Mecanismo Mundial de Financiación (GFF, por sus siglas en inglés)".
El UN IGME analizó el exceso de mortalidad relacionado con la COVID-19, basándose en los datos de mortalidad que el grupo recibió de más de 80 países, la mitad de los cuales son países de ingresos medios o bajos. Después de analizar estos datos y de las recomendaciones de su Grupo de Asesoramiento Técnico, el UN IGME no ha ajustado la tasa de 2020 para la mortalidad relacionada con COVID-19. Sin embargo, a medida que se dispongan de más datos de buena calidad, se necesitará un mayor seguimiento para obtener una imagen más completa de la mortalidad infantil, adolescente y juvenil, así como de los factores pertinentes que contribuyen a la misma.
Las inversiones futuras en la respuesta a la COVID-19 y en temas de salud mundial deberían fortalecer todos los elementos de la infraestructura de atención sanitaria mundial, incluyendo un impacto duradero en los datos y los sistemas de salud primaria para contribuir a poner fin a las muertes infantiles prevenibles.
"Es necesario intensificar los esfuerzos para prestar servicios de atención médica de calidad a todos los niños, niñas y adolescentes, lo que también significa recopilar los datos necesarios para garantizar que se satisfagan sus necesidades físicas, emocionales y de desarrollo a lo largo de su vida", ha indicado el doctor Anshu Banerjee, director del Departamento de Salud de la Madre, el Recién Nacido, el Niño y el Adolescente, y de Envejecimiento de la OMS. "Invertir en los niños es una de las cosas más importantes que puede hacer una sociedad para construir un futuro mejor", ha afirmado.
El informe advierte además de que, debido a que los datos siguen siendo deficientes, los resultados para los niños, niñas y adolescentes en 2021 y más alla, siguen siendo desconocidos. Por ejemplo, la pandemia de COVID-19 puede afectar a la mortalidad infantil de manera diferente según el grupo de edad y el nivel socioeconómico. Se necesitarán datos oportunos y precisos, y un seguimiento cercano para comprender el impacto a largo plazo de la COVID-19.